El arte de falsificar documentos en Argentina se remonta varias décadas atrás. El último de los casos descubiertos fue en un caso por asesinato que seguía la Policía Bonaerense. La fuerza de seguridad arrestó al último sospechoso de matar a balazos al comerciante Víctor Diego Warzel, pero el acusado tenía una identidad diferente a la de la última detención.
Según se publica hoy en el Diario LIBRE, Daniel Gómez Allosa, el delincuente en cuestión, había sido detenido hacía un mes por robos reiterados y por falsificación de documentos.
«Hay falsificadores profesionales que por cinco mil o seis mil pesos te hacen un nuevo documento» afirma un experto en Criminalística, que habla bajo el seudónimo de «Investigador Coco».
«Yo tuve en mis manos documentos legales y apócrifos y no existe diferencia, es increíble», afirma. En la Argentina existe una red de falsificadores que se dedican al comercio con documentos de identidad; ya sea para abrir cuentas en bancos y cometer así otros delitos o para escapar de la justicia. Los «laboratorios» existen y ni siquiera el nuevo DNI les resulta imposible.
Metodologías distintas. Hay dos tipos de personas que realizan estos trabajos: personas comunes que de manera casera reemplazan fotos, troquelados, firmas y sellos; y los falsificadores profesionales, quienes cuentan con laboratorios químicos (para adulterar la tinta, y proceder al borrado, lavado o raspado de los «tics» que identifican la legalidad de un documento) y todo un séquito de expertos entre químicos, artistas calígrafos y otros.