Perú es uno de los países que más creció en América Latina el año pasado, y los electores quieren que eso continúe así. Sin embargo, exigen que los buenos resultados económicos se traduzcan en mayor equidad social. En ese sentido, los analistas creen que Ollanta Humala hace la diferencia.
Los inversores, en tanto, tienen otra percepción. Ven con más confianza a Keiko Fujimori. Consideran que mantendría las políticas actuales y recuerdan cómo su progenitor, el encarcelado ex presidente Alberto Fujimori, abrió la economía y combatió una hiperinflación.
En la previa a la primera vuelta, cuando las encuestas comenzaron a ubicarlo primero, los mercados dieron señales negativas ante ese resultado. Por eso, el líder de Gana Perú modificó el plan de gobierno presentado ante el Jurado Electoral durante la campaña por el ballottage, en un intento por aplacar los temores.
Entre sus principales propuestas económicas se encuentran el seguimiento del régimen actual monetario -basado en metas de inflación y respeto a la independencia del Banco Central-; la implementación de una política fiscal responsable y contracíclica que asegure el financiamiento de políticas sociales con la respectiva recaudación tributaria.
Si bien no se crearán nuevos impuestos, Humala prevé gravar las «sobreganancias» de las empresas mineras y promover el desarrollo de energías limpias para lograr la «despetrolización» de la matriz energética.
Las obras de infraestructura se realizarán con inversión pública y privada, nacional y extranjera, así como mediante concesiones y asociaciones público-privadas.
En el área social, el ex militar prometió incrementar el salario mínimo hasta llegar a 750 soles (unos 270 dólares), establecer el programa Pensión 65, financiado por el Tesoro público, para otorgar 250 soles a personas mayores de 65 años que no tienen protección social. Además, aseguró que iniciará una lucha frontal contra el tráfico de drogas e insumos químicos, el lavado de dinero y la producción de drogas.