(Río Grande, junio 4 de 2011) – Los insistentes reclamos de la gente, las irregularidades manifiestas en la explotación del servicio y la sucesión de atropellos contra los automovilistas que cometen algunos empleados de la empresa con formato de fundación no parecen alcanzar para que el Concejo Deliberante de Río Grande decida meter mano en el problema del estacionamiento medido en Río Grande.
La reiteración de reuniones en las que no se llega a conclusión alguna parece reafirmar la sospecha de que los concejales sienten que el tema les quema en las manos. Ya se teme que esperarán a después de las elecciones para adoptar cualquier medida al respecto.
Ayer, se anunció otra reunión infructuosa con representantes de la Cámara de Comercio, sin que surgieran anuncios. Por el contrario, se reiteraron las expresiones de intención, se volvió a proponer reformas cosméticas buscando no afectar de modo alguno la recaudación de la concesionaria, en tanto algunos ediles siguen ausentes en toda discusión.
Algunos concejales se inclinaron por empezar a culpar al Ejecutivo por la falta de control –según se anunció formalmente- pero lo cierto es que las reformas impostergables que se requieren para mejorar el sistema se siguen demorando de manera inexplicable.
En tanto, numerosos automovilistas siguen denunciando atropellos, malos tratos y amenazas por parte de algunos empleados de la empresa (a la que se ha presentado como entidad sin fines de lucro para justificar la falta de control fiscal) y nadie exige rendición de cuentas de una administración plagada de irregularidades.
El tiempo de tolerancia que el sistema debe tener para evitar altercados es una necesidad imperiosa, pero nadie parece reparar en ello y ahora se anunció la posibilidad de volver a constituir una “comisión de seguimiento” que aseguraría un largo tiempo más sin definiciones.
La vergonzosa situación no parece encontrar salida, pero los tiempos electorales parecen ser más fuertes.
Al fin de cuentas, la gente puede esperar, mientras alguien se llena el saco de dinero presuntamente malhabido.