(Roma, mayo 1 de 2011/Télam) – El papa Benedicto XVI beatificó hoy a su antecesor, Juan Pablo II, seis años después de su muerte, durante una misa celebrada ante más de un millón de fieles congregados en la Plaza de San Pedro del Vaticano.
«¡Juan Pablo II es beato!», exclamó Benedicto XVI ante los fieles a las 10.38 hora vaticana (5.38 hora argentina).
En tanto, un enorme retrato de un Juan Pablo sonriente colgaba del balcón central de la Basílica de San Pedro.
El pontífice alemán, de 84 años, explicó que había sido su deseo que el proceso de beatificación se llevara a cabo «con bastante rapidez» porque ya durante los funerales de Juan Pablo II se podía percibir el «aroma de su beatitud», consignaron las agencias de noticias DPA, Ansa y Europa Press.
Karol Wojtyla, fallecido el 2 de abril de 2005, fue declarado beato en un tiempo récord.
Muchos católicos ya habían reclamado la santificación de Juan Pablo II, que dirigió la Iglesia Católica durante más de 26 años, el mismo día en que fue enterrado, el 8 de abril, un pedido que en su momento no fue atendido por Benedicto.
Pero tres meses después inició el proceso de beatificación, cuando normalmente suele comenzar como muy pronto cinco años después de la muerte.
«Hoy ha llegado el día esperado», dijo el actual jefe de la Iglesia Católica.
Este día «ha llegado rápido porque el Señor así lo deseaba», agregó.
Joseph Ratzinger destacó, al referirse a su predecesor, que «este hijo ejemplar de la nación polaca ayudó a los cristianos en todo el mundo a no tener miedo a llamarse cristianos, a pertenecer a la Iglesia y a hablar del evangelio».
Es la primera vez en la historia que un papa beatifica a su antecesor inmediato.
El pasado enero, el Vaticano dio luz verde a la beatificación al reconocer la supuesta curación de la monja francesa Marie Simon-Pierre, que sufría la enfermedad de Parkinson.
Simon-Pierre participó también en la misa de beatificación, llevando al altar una ampolla que contenía sangre supuestamente extraída a Juan Pablo II unos días antes de su muerte, según el Vaticano.
Para su proclamación como santo, el Vaticano tendría que reconocer un segundo milagro del anterior pontífice.
«Él abrió la sociedad, la cultura, los sectores de la política y la economía a Cristo» y además «nos devolvió la fuerza para creer en Cristo», dijo Benedicto, que también destacó el papel del papa polaco en su lucha contra el comunismo y la ideología soviética antes de la caída del Muro de Berlín.
En la Plaza miles de fieles ondearon banderitas de los diversos países participantes, aunque se destacaron las rojas y blancas de la Polonia natal de Karol Wojtyla.
En el momento de la beatificación muchos fieles rezaban, mientras que otros no podían contener las lágrimas de emoción.
A la ceremonia, que se llevó a cabo bajo un cielo ligeramente nublado, también asistieron delegaciones de alto rango de unos 90 países, entre ellos 16 presidentes y representantes de cinco casas reales, en tanto que la Argentina estuvo representada por una comitiva integrada por miembros de los tres poderes del Estado, entre ellos el canciller Héctor Timerman y el presidente provisional del Senado, José Pampuro.
Entre las personalidades mundiales se encontraban el presidente polaco, Bronislaw Komorowski; su homólogo italiano, Giorgio Napolitano; el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi; el rey Alberto II de Bélgica; el presidente mexicano, Felipe Calderón; y el primer ministro francés, François Fillon.
También acudió el controvertido presidente zimbabuense, Robert Mugabe, a quien la Unión Europea (UE) prohíbe la entrada en su territorio por sus violaciones a los derechos humanos, aunque el Vaticano es un estado soberano no miembro.
Mugabe también acudió al funeral de Juan Pablo II en 2005.
Mientras tanto, en las plazas centrales de Roma se colocaron 14 pantallas gigantes para transmitir la ceremonia.
Los actos de beatificación comenzaron anoche con una vigilia nocturna en la que Benedicto se dirigió a los presentes con un mensaje de oración y la monja francesa contó su supuesta curación.
Ocho iglesias romanas permanecieron abiertas toda la noche.
Esta mañana, tras la misa de beatificación, los fieles desfilaron ante el féretro que guarda los restos de Juan Pablo II, expuesto en el interior de la Basílica de San Pedro.