«Hay explosiones continuas por toda la ciudad. Los hospitales están cerrados, no se pueden trasladar enfermos porque si las ambulancias se atreven a salir son tiroteadas. Los servicios públicos no funcionan, por lo que hay decenas de cadáveres en las calles que nadie recoge», describió en conferencia de prensa Elisabeth Byrs, portavoz de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas (OCHA).
«El acceso a la población es imposible. Los trabajadores humanitarios también deben quedarse encerrados en sus casas por motivos de seguridad, pedimos a las partes implicadas que por favor protejan a los ciudadanos», insistió Byrs, quien definió la situación de «extremadamente preocupante».
La situación también es extremadamente difícil en la ciudad de Duékoué, en el oeste del país, donde hasta la fecha la Organización Mundial de las Migraciones (OIM) asiste a más de 25.000 desplazados internos, que buscaron refugio en los alrededores de una misión católica, y que necesitan «desesperadamente comida, agua, refugio y asistencia médica».