Daniela guiña los ojos y las ruedas de la silla se mueven hacia adelante y hacia atrás. Junto con su hermana Delicia Soria –mellizas de 25 años– desarrollaron una silla de ruedas que se puede manejar con gestos de la cara.
El trabajo, que fue su tesis de grado de la carrera de Ingeniería Biomédica (sacaron 10), es el primer paso para que personas con discapacidades graves puedan trasladarse con sólo mover los ojos, boca u hombros.
Daniela y Delicia nunca pensaron estudiar esta carrera. El destino les enseñó que era su vocación.
Habitualmente, las sillas de ruedas con motores se manejan con un joystick . Daniela y Delicia la adaptaron para que pueda ser comandada con el movimiento de algunos músculos.
“Cuando el músculo realiza una contracción genera una señal eléctrica, aunque muy débil. El objetivo era lograr que esa señal sea utilizable en una computadora o microcontroladores electrónicos”, cuenta Delicia.
La adquisición de estas señales mioeléctricas se realiza con electrodos sobre la piel. Pero deben filtrarse para que sean útiles, pues cualquier interferencia puede generar ruido. Además, hay que amplificarla pues las señales tienen apenas 10 microvoltios, la millonésima parte de un voltio (una pila tiene 1,5 voltio).
Para el trabajo final presentaron varias propuestas hasta que los responsables de la carrera las convencieron de aventurarse con el diseño de la silla.
“Pusimos cara de susto porque se requería mucho conocimiento en electrónica que nosotras no teníamos. Pero después empezamos a leer, nos entusiasmamos y nos pareció fácil”, dice Daniela.
El desarrollo se demoró porque no contaban con la silla. Finalmente, desde la carrera se pudo comprar gracias a un subsidio (12 mil pesos) del Programa I+A (Investigación y Accesibilidad) de los ministerios de Ciencia y Desarrollo Social de Córdoba.
“El objetivo no era desarmarla, así aprovechábamos la mayor cantidad de controles de fábrica y para que nuestro diseño fuera lo más adaptable posible”, dice Delicia. Ocurre que no todas las discapacidades son iguales, por lo que no se podría diseñar una silla estándar que se controle de esta manera.
Entonces, habitualmente se trabaja sobre un paciente en particular. Pero las chicas desarrollaron un proyecto genérico para abrir líneas de investigación que pueden ser continuadas por otros alumnos. Lograron un equipo pequeño, de bajo costo y consumo eléctrico.
Diego Beltramone, asesor del trabajo explica: “Es el primer paso para trabajar en dos líneas diferentes. Por un lado, utilizar los movimientos musculares para mover otros aparatos, incluso para personas que no tengan problemas de discapacidad, por ejemplo, un cirujano. Por otro lado, podemos iniciar trabajos para mover la silla de ruedas con señales neuronales”. En este caso la persona ya no debería mover el músculo, sino sólo pensar en moverlo.
Las pruebas se realizaron con personas sanas. Se utilizaron los músculos de la cara y los bíceps, estos últimos porque tienen una señal similar a los músculos faciales.
“El diseño funcionaría correctamente para cualquier persona que pueda mover cuatro músculos y así poder desplazarse hacia adelante, atrás, derecha e izquierda. Cuando se mueve más de un músculo simultáneamente, la silla se frena para evitar accidentes”, comenta Daniela.
Beltramone señala los próximos desafíos: “El primero será probar la silla con pacientes discapacitados, avanzar en el control de la velocidad y en los movimientos diagonales”. Mientras tanto, Daniela y Delicia analizan su futuro profesional. Seguramente, el destino les prepara otra satisfacción.
Fuente: La Voz Del Interior