El sitio Wikileaks puso a los Estados Unidos en medio de una gran controversia diplomática al revelar los secretos más íntimos de su política exterior, como la orden de espiar a altos funcionarios de la ONU o sus opiniones poco favorables de otros mandatarios internacionales.
Se trata de un nuevo golpe a Estados Unidos por parte de la web que fundó Julian Assange y que tuvo acceso a 251.287 cables diplomáticos estadounidenses de los últimos años, la gran mayoría confidenciales y de contenido sensible.
En los últimos meses Wikileaks ha hecho dos grandes filtraciones, una sobre documentos de la guerra de Afganistán y otra sobre Irak, pero esta es la que coloca a Estados Unidos en una situación más comprometida en el exterior.
Por ello, la secretaria de Estado, Hillary Clinton, se ha visto obligada a desarrollar en los últimos días una intensa campaña diplomática, para advertir a numerosos gobiernos de la sensibilidad de la información que iba a ser revelada.
Los documentos explican, por ejemplo, cómo el Departamento de Estado estadounidense urgió a sus diplomáticos a ejercer de espías para recabar información de sus aliados, incluso en el seno de Naciones Unidas, un territorio neutral donde esta práctica está prohibida.
Entre las personalidades que debían ser espiados figuraban el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, y embajadores de los países que son miembros permanentes del Consejo de Seguridad.
El Departamento de Estado de EE.UU. no solo quería datos personales, como tarjetas de crédito y horarios de trabajo, sino incluso información biométrica, como huellas dactilares.
Lo mismo ocurrió con otros políticos de Oriente Medio y América latina, entre ellos los candidatos a las elecciones en Paraguay en 2008.
Los documentos filtrados hoy también revelan el regateo en el que se vio envuelto EE.UU. para colocar a los prisioneros de la cárcel de Guantánamo en otros países.
En ese sentido, según los cables, al gobierno de Eslovenia se le indicó que aceptara a un excarcelado si quería recibir una visita del presidente estadounidense, Barack Obama, y a la nación isleña de Kiribati se le ofrecieron millones de dólares para que aceptara un grupo de ex prisioneros.
Difusión. Si bien la gran mayoría de los documentos cubren los últimos tres a cinco años, también hay mensajes históricos, como las reflexiones de un diplomático estadounidense en Ciudad de Panamá, en 1989, acerca de las opciones para sacar del gobierno al general Manuel Antonio Noriega.
Algunos documentos tienen conexión muy relevante con conflictos que siguen siendo peligrosos.
Según The New York Times, uno de los pocos diarios que tuvo un acceso privilegiado a los documentos, los cables diplomáticos muestran que EE.UU. y Corea del Sur han hablado sobre las perspectivas de una Corea unificada si los problemas económicos y la transición política llevan al colapso de Corea del Norte.
Desde 2007, según los documentos que publica el Times, Estados Unidos ha llevado a cabo un esfuerzo secreto, y hasta ahora infructuoso, para sacar de un reactor nuclear paquistaní el uranio altamente enriquecido que Washington cree que podría usarse para una bomba nuclear.
Otros paquetes de mensajes diplomáticos se refieren a asuntos como las sospechas de corrupción en el Gobierno de Afganistán, un ataque cibernético de China contra Google y la persistente contribución de donantes saudíes a grupos extremistas como Al Qaeda.
Otro aspecto interesante de las filtraciones es que desvela la opinión que EE.UU. tiene de otros mandatarios internacionales.
Sobre el primer ministro ruso, Vladimir Putin, los documentos lo describen como un político autoritario y machista.
Esto explicaría, según esos funcionarios, la química con su homólogo italiano, Silvio Berlusconi, con quien mantiene una relación «extraordinariamente estrecha», que incluye el intercambio de «espléndidos regalos» y la firma de lucrativos contratos energéticos, según cita El País, otro de los diarios al que se le adelantó la filtración.
Los intercambios diplomáticos se refieren también a las «fiestas salvajes» de Berlusconi y dejan constancia de la desconfianza que el primer ministro italiano despierta en Washington.
Por su parte, la canciller alemana, Angela Merkel, aparece retratada como alguien que «evita los riesgos y es poco creativa», una política que prefiere «quedarse en la retaguardia hasta conocer el equilibrio de fuerzas».
Los cables se refieren, asimismo, al presunto uso de botox por parte del líder libio Muamar al Gadafi, a quien diplomáticos estadounidenses presentan como un hipocondríaco.
Los documentos revelan también que la diplomacia estadounidense trabajó para que países de América latina aislaran al mandatario venezolano, Hugo Chávez, y que el Departamento de Estado solicitó información a su embajada en Buenos Aires sobre la salud mental de la presidenta Cristina Fernández.
La operación. WikiLeaks planeaba difundir hoy desde su propia página web toda esta información, lo que no ha sido posible debido a un «ataque informático masivo», lo que no impidió que los cinco diarios internacionales que tuvieron acceso previo al contenido lo publicaran al unísono.
Se trata del español El País, el estadounidense The New York Times, el británico The Guardian, el francés Le Monde y el alemán Die Spiegel, que han prometido desvelar en los próximos días nuevos detalles.
La Casa Blanca señaló como «peligrosa y temeraria» la filtración de los cables diplomáticos estadounidenses, que la residencia presidencial califica como «robados».
Agencias: EFE, DPA y ANSA