La movida fue seca y a tres bandas. Con el sello de su autor. En público anunció su separación de la mesa de conducción del Peronismo Federal para sacarse de encima el peso de figuras poco populares. Reservadamente negoció con el kirchnerismo de Santa Fe para disputar juntos la gobernación, convencido de que por separado volverían a perder frente al socialismo. Y en total silencio, pero sin ningún apuro, reactivó sus evaluaciones sobre la conveniencia de presentarse a disputar la presidencia el próximo año. Un Carlos Reutemann clásico.
Los tres movimientos tienen un denominador común: ganar autonomía política para ubicarse delicadamente en la delgada línea que separa al oficialismo de la oposición. Sus laderos aseguran que de ningún modo se unirá al kirchnerismo. Pero él también expresó que no quiere hacer una oposición furiosa. Entiende que, tras la muerte de Néstor Kirchner, ese es su lugar de construcción política.
La decisión de apartarse de la conducción del PJ Federal respondió a su profundo desacuerdo con los posicionamientos de ese grupo. Estaba molesto por varios motivos que en el fondo se resumían en su disgusto con el hecho de que un grupo de políticos que él considera más desprestigiados, entre los que ubica a Juan Carlos Romero, Ramón Puerta, los hermanos Rodríguez Saá y, en alguna medida, también Eduardo Duhalde, le impusieran una dinámica que no sentía propia.
Quería armar algo menos vetusto. Felipe Solá, Francisco de Narváez y Mario Das Neves aprovecharon la movida para seguirlo y también rejuvenecer políticamente.