A un mes de la muerte de Néstor Kirchner, son muchos los gestos de acercamiento que se observaron en la Presidenta Cristina Fernández hacia algunos sectores y funcionarios que, además, permiten darle más protagonismo en la gestión.
Para empezar, uno de los más llamativos es cómo bajó el nivel de confrontación con sus «enemigos públicos», como el Grupo Clarín, al que no volvió a mencionar desde que gobierna sin el sostén de su esposo. Pero también hubo mucha actividad: lejos de mantener un mes de quietud o con acontecimientos menos relevantes, la mandataria fue protagonista de viajes y relevantes anuncios, como el regreso del FMI, la preocupación por la credibilidad del INDEC, la exportación del trigo y el acuerdo con el Club de París, entre otros sucesos importantes.
En efecto, desde que murió Kirchner, la presidenta no paró con las actividades oficiales, a pesar de continuar con un luto riguroso en su vestimenta y hasta de emocionarse en varias ocasiones. Habló tres veces en cadena nacional, participó de la Cumbre del G20 en Corea del Sur, anunció el plus de 500 pesos para jubilados y el acuerdo con el Club de París, pero no nombró ni una sola vez a Clarín, ni le endilgó duras críticas a ninguno de los sectores con los que solía pelearse de igual a igual.
Además, permitió que algunos de sus funcionarios tomaran mayor protagonismo, pese a haber estado relegados por algún tiempo, como es el caso del ministro del Interior, Florencio Randazzo, quien había bajado su perfil tras la derrota de las últimas elecciones (en junio de 2009), y ahora comenzó a mostrarse en presentaciones, como la del nuevo DNI, y hasta interviniendo en la reorganización de los intendentes bonaerenses de cara a las próximas elecciones. Sin ir más lejos, ayer se reunió con el intendente de Tigre Sergio Massa, quien pelearía el año que viene por la gobernación contra el propio Daniel Scioli: todo un gesto de Randazzo.
Ya en su viudez, Cristina también anunció la renegociación de la deuda con el Club de París sin intervención del FMI. Pero a los pocos días se supo que llamó al organismo de crédito internacional para que ayude en la medición del INDEC, tan cuestionada desde la presidencia de Kirchner, y hasta permitió que un Consejo Asesor de la UBA revisara y cuestionara los índices oficiales, en un presunto intento de volver a darle credibilidad a las estadísticas estatales. La intervención del FMI y de los asesores universitarios había sido varias veces rechazada por el gobierno cuando todavía vivía Kirchner.
Mientras tanto, lejos de perder protagonismo tal como se especulaba tras la muerte de Kirchner, el ministro de Economía Amado Boudou obtuvo mayor respaldo de la Presidenta, quien siempre bancó al extravagante funcionario carilindo. Tras sus desafortunadas declaraciones sobre la inflación, en las que aseguraba que sólo afectaba a la clase media y alta; que luego fueron descalificadas por el jefe de Gabinete Aníbal Fernández, la mandataria respaldó a Boudou y desde su entorno dijeron desconocer por qué Aníbal F., que suele oficiar de vocero oficial, dijo lo que dijo por su propia cuenta. Al jefe de Gabinete no le quedó otra más que retractarse: «Las operaciones de Clarín y La Nación han adquirido rango de desvergonzadas, poniendo sus cañones de 155 mm apuntando al Gabinete Nacional», escribió en Twitter . «El teórico enfrentamiento con mi amigo Amado, es la comidilla de las chusmas puestas a escribir», completó.
Pero eso no es todo. Parece que Cristina también escuchó los reclamos de los agropecuarios y esta semana el irascible Guillermo Moreno finalmente otorgó la reapertura de las exportaciones del maíz, un mercado con muchas intervenciones estatales que hicieron perder grandes porcentajes al sector.
El futuro dirá si este fue el principio de un gran cambio en la gestión presidencial o tan sólo un veranito de concesiones en el primer mes de luto.