El avión ATR 72-212 que se estrelló en Cuba y provocó la muerte de 68 personas es una aeronave muy particular. A diferencia de los grandes Boeing o Airbus que suelen protagonizar esta clase de accidentes, esta aeronave fue diseñada a principios de los ’80 para el transporte de pocos pasajeros en trayectos cortos.
El llamado Avión de Transporte Regional tiene un costo de entre 16 y 20 millones de dólares, según la versión. Puede transportar hasta 74 pasajeros con dos pilotos, con una autonomía de 1.650 kilómetros. Está impulsado por dos motores turbohélice P&WC de 2.475 Cv, que le permiten alcanzar velocidades máximas de 526 kilómetros por hora, aunque en condiciones normales no supera la velocidad crucero de 460 km/h.
Pero el ATR 72-212 tiene dos particularidades que la diferencian de la mayoría de las aeronaves de pasajeros: la tripulación debe abordar por una puerta trasera (como la de algunos aviones militares), lo que complica el abordaje en algunos aeropuertos, mientras que el equipaje ingresa por la puerta delantera. Además, dentro de la cabina hay una sola «clase», sin sectores diferenciados.
La aeronave tiene 27,16 metros de largo y 7,65 de alto, con una envergadura (distancia entre los extremos de ambas alas) de 27 metros, y puede transportar unas 10 toneladas de carga. Más de 400 unidades de las distintas versiones del ATR 72 son utilizadas por decenas de compañías aéreas civiles y militares alrededor del mundo.
El último accidente fatal protagonizado por un ATR 72 ocurrió el 4 de agosto de 2009 en Bangkok, Tailandia. El avión chocó contra una torre de control abandonada, lo que provocó la muerte del piloto y heridas a 10 pasajeros.