«Boogie, el aceitoso», el musculoso matón misógino y violento del escritor argentino Roberto Fontanarrosa, se enfrenta desde esta semana al público francés, en la segunda incursión comercial internacional de la película después de México, desde su estreno el año pasado en Buenos Aires.
El estreno en Francia de la versión fílmica realizada por Gustavo Cova, precedido por una exitosa presentación en el pasado Festival de Biarritz, tiene ingredientes que lo convierten en un acontecimiento.
«De entrada, es excepcional que la animación argentina llegue a Francia», explicó a la AFP la distribuidora de la película, Mima Fleurent, que ha lanzado «Boogie, el aceitoso» con 42 copias a la vez, repartidas a mitades entre París y las 20 ciudades más importantes del país.
Un estreno de una dimensión inusual para una película argentina, exceptuando ese fenómeno titulado «Los suspiros del corazón» de Juan José Campanella.
Boogie resulta que habla idiomas, en este caso doblado al francés. Así lo está descubriendo el público galo, aunque los más afortunados pueden degustar su dialéctica profunda en español en un par de cines parisinos.
Este concentrado de adrenalina pasea musculatura en relieve, reparte mamporros en varias dimensiones, como protagonista de la primera película argentina en 3D que llega a Francia.
En realidad, la versión animada fue realizada en principio en 2D tradicional y transformada luego a un sistema llamado «2D estereoscópico» que da la sensación de que los objetos y los personajes se proyectan fuera de la pantalla, según explicó Cova.
El cineasta y sus animadores han tenido la buena idea de no buscar la perfección técnica del movimiento y otros elementos en pos de un realismo casi imposible de conseguir sin unos medios y una tecnología al alcance sólo de las grandes producciones.
Al revés, esta dosis masiva de adrenalina con el sonido bien saturado tiene un aire artesanal y juega a recordar el cómic de referencia. Más que caminar, los personajes se deslizan por unos decorados que parecen hermosas láminas en movimiento de Roberto Fontanarrosa, que falleció en 2007 a los 62 años.
La prensa francesa parece más dividida que el público ante este personaje violento, cruel, racista y machista que odia a la humanidad entera con excepción de Jack el Destripador que les podría recordar los dibujos «asquerosos» de incorrección de los galos Reiser y Cabu o que en España hubiera sido estrella de revistas míticas como El Jueves.
El semanario Paris-Match habla de «huracán gráfico», «amoralidad devastadora y humor mortal», el diario gratuito Metro advierte de que Cova no se pone guantes, Le Monde es más bien reservado. «Cova no brilla por su sutileza», resume.
El semanario Les Inrockuptibles aprecia los «bonitos momentos trash» pero no sus «clisés de una insondable banalidad sobre la edad de oro del gangsterismo».
Los cinéfilos se refocilan con los múltiples guiños que contiene, los más evidentes a Clint Eastwood, «Harry El sucio», a Sergio Leone y a personajes del cine que encarnaba Bogart, inspirado en la novela negra y de bajos fondos.
Y Apocalypse Now, Sin City… agrega Les Cahiers du Cinéma. «El énfasis y el exceso importan más que los detalles de una intriga de la que retenemos ante todo el absoluto desencanto político y moral», dice el mensual especializado.
«Aunque no lo crean, Boogie es un filme de amor. Boogie habla de la carencia del amor, y por esa carencia surge la agresividad», explicó Cova en Biarritz.
«Por ahora, la película está funcionando mejor en las ciudades francesas de provincias que en París», resumió Mima Fleurent.