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SEMBLANZAS (XLVI): Una de «coboys»

«…disparaban en forma continua 1000 tiros sin recargar el arma ni despeinarse luego de caer del caballo, con su peinado que permanecía impávido, bajo el sombrero…» Especial, por Jorge Daniel Amena para radiofueguina.com.


SEMBLANZAS


Por Jorge Daniel AMENA (*)



UNA DE COBOYS



Llueve. Llueve y es domingo.


Llueve y es domingo y mañana hay clases, con truenos y diluvio.


Sin excusas.


Pero todavía queda el cine, el cine de matiné, de maní con chocolate, y sugus confitados, de griterío infernal, y zapateos frenéticos en el piso de madera cuando la película “se quemaba” y la cinta comenzaba a correr, en otro carrete diferente “cortando al mínimo cinco minutos” de la serie.


Pero no importaba.


Algunos definían la instancia como “vamos a hacer despelote al cine” (la palabra quilombo, no había sido aprendida).


Y luego de los dibujos animados, hacía su aparición en miniserie, Cisco Kid, con un sombrero mejicano, y Roy Rogers, y otros que disparaban en forma continua 1000 tiros sin recargar el arma ni despeinarse luego de caer del caballo, con su peinado que permanecía impávido, bajo el sombrero que no se había movido un centímetro de su posición. Los indios malísimos llenaban todo de flechas arteras y lanzas llenas de plumas con la cara toda pintada, dirigidas casi exclusivamente a niñitas y damas de capelina (impecable).


Una verdadera `porquería, pero allí estaban ellos.


Y como el Llanero solitario, se paraba sobre su caballo blanco y gritaba saludando con la mano “Aiuuuuú Silver!!!”. (Ese era el nombre del caballo, “Silver”, “Aiuuuu”, no) y se perdía tras las bambalinas del viejo cine. Luego, con el tiempo, tras la guerra de secesión donde peleaban los azules contra los grises


Muchos preferían a los azules porque el uniforme era más vistoso, y no andaban todos andrajosos y con vendas en la cabeza. Que de historia y de política exterior uno ni papa, había escuchado que los negros algo tenían que ver con el asunto y con Lincoln, que no era una marca de galletitas de chocolate, (negro). Parece que los confederados que no eran tan malos, los hacían trabajar en campos de algodón, – que es suave y no lastima- y encima los dejaban cantar todo lo que quisieran, aunque parece que no podían batir palmas por unas molestas cadenas que les ponían, pero bueno, no se puede todo.


Y también los divertían jugando a disfrazarse, colocándose (los blancos) sábanas blancas en la cabeza, y para que supieran donde era la reunión prendían fuego gigantescas cruces y este les indicaba el camino…un primor.


Lejos ya del cine desaparecido, llama mi atención una legislación parida en el Estado de Arizona. Donde se asimila al inmigrante ilegal como delincuente común y corriente con el condigno tratamiento de tal; claro está si no lo tumban de un balazo antes. De hecho hay especialistas en ello, entre los que se encuentra un “sheriff” ignoto, que ha cobrado celebridad por ser un excelente “cazador”.


Lo formidable de la “norma” es que la detección del infractor está en el libre albedrío de –la autoridad- si le parece que es o no es, si le parece. No más preguntas. Tamaña inmoralidad travestida de ley, ha (afortunadamente) hecho reflexionar al gobierno federal y por lo menos una Jueza de ese Estado, sería bueno que los ciudadanos de a pie de ese país y de otros entiendan el retroceso brutal que la actitud implica. Un país llamado a salvaguardar los Derechos Humanos allí donde se violenten al menos es lo que se dice y proclama con cada intervención fuera de su territorio nacional, sea en Asia, en el las alturas del Golán o donde fuere ( y es).


Pero paradojalmente se niegan a formar parte del Tribunal Penal Internacional.


Que pensaba para mí, en una carta que Einstein le escribiera a Roosevelt, informándole sobre la posibilidad de que Alemania hiciera uso de la energía nuclear con fines bélicos, dado que había paralizado las exportaciones de las mimas Checas.


Luego de Hiroshima (un seis de agosto) pero de 1945, Einstein, autor de la teoría de la relatividad volvió a escribir, desgarrado: “la energía atómica liberada desencadenada lo ha cambiado todo, menos nuestra forma de pensar…La solución de este problema está en el corazón de los hombres”.


La ciencia y los científicos habían dejado de ser neutrales.


Al parecer las leyes también.