El grueso de los hinchas, unos 5.000, llegaron a Sudáfrica en los últimos días, dijeron las fuentes. A estos simpatizantes se pueden sumar algunos más que compraron sus entradas en Europa.
A menos de 48 horas de que comience el Mundial, se espera el arribo del último grupo que tienen entradas para el debut de Argentina, el próximo sábado frente a Nigeria en el estadio Ellis Park de Johannesburgo.
Entre los argentinos que se encuentran en el país de Nelson Mandela, muchos han optado por recorrer algunas de las zonas más turísticas del país como Ciudad del Cabo, dónde se han visto muchos compatriotas con la camiseta argentina, antes de que comience la cita mundialista.
También hubo quienes aprovecharon los días previos a la Copa del Mundo para visitar uno de los lugares más famosos de Sudáfrica, el Parque Nacional Kruger, en el nordeste del país.
Aunque son muchos los que hacen turismo, los más fanáticos están muy atentos de los movimientos de la selección en los alrededores de la concentración, a la espera de tener la oportunidad de ver de cerca de sus ídolos.
No obstante, esta chance se vio reducida hoy al mínimo debido a los estrictos controles de seguridad.
A pesar de que el gran contingente de los argentinos llegados a Sudáfrica son hinchas genuinos, el ambiente se vio enturbiado en los últimos días por la presencia de menos de 200 barrabravas que acapararon la atención mediática.
Algunos de ellos suelen aparecer en los entrenamientos de la selección, aunque no entran al predi. En este marco, varios hinchas argentinos se quejaron por el trato que recibieron de algunos medios de comunicación que los confundieron con barrabravas.
Es el caso de tres amigos que son simpatizantes de Platense, dos de Buenos Aires y uno que llegó desde Nueva Zelanda, quienes salieron en la televisión como si fueran barras.
Lo mismo ocurrió con unos chicos llegados desde Rafaela, que fueron protagonistas de un video realizado por Télam, levantado por otros medios –marcando como si fuera exclusivo-, en el que uno de ellos, Pitu, limpiaba vidrios de autos en una transitada esquina de Pretoria.