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SEMBLANZAS (XXV): Puta oligarquía

«En realidad, no era tanta la actitud apocada del pensador con aires de tristeza: en realidad creo que era hambre». Exclusivo por Jorge Daniel Amena para radiofueguina.com.

Puta oligarquía



Trascurrían en La Plata tiempos difíciles, pero difíciles en serio. Son tiempos caracterizados de esta manera cuando uno contabiliza que la vida vale un céntimo, y que depende (la existencia o no de ella) de cualquiera).


Feos y tormentosos años.


Uno estudiaba y trabajaba como podía: en mi caso, como mozo de una pizzería en 48 entre 10 y 11, llamada “Sorrento”.


Las calles se debatían entre los balazos de las distintas bandas armadas legales, ilegales, para-legales, de derechas, de izquierdas.


Poco antes había abandonado una pensión (de una ciudadana paraguaya) donde convivíamos entre cinco, en un departamento, que –supongo- debió ser demolido luego de nuestra graduación.


En los claustros de la Facultad (el Aula Magna, para ser exactos) conocí a una estudiante de la más rancia estirpe platense: hincha de Gimnasia y Esgrima, (toda la familia) y además de ello asiduos concurrentes a la práctica de ese deporte.


(Una vez participé de unos lances y todavía me duele todo)


Que como estudiante no me iba nada mal, mi charla era fluida, y manejaba a la perfección conceptos de Derecho Internacional Público; siendo parte de la Familia miembros del Servicio diplomático de aquel entonces, rápidamente integré mesas de debate en el Jockey Club de la ciudad, otorgándome un carnet, que me permitía el ingreso a los salones alfombrados, al Paddoc en el hipódromo, y otras cosas por el estilo.


Mi proceder apocado y tímido, con pelo largo (con algo de los poetas malditos del siglo XIX) profundamente nostálgico, daban al parecer una imagen (cierta al fin) de alguien confiable pese a la precariedad de su vestimenta.


En realidad, no era tanta la actitud apocada del pensador con aires de tristeza: en realidad creo que era hambre.


Por aquellos tiempos (malos tiempos) Susana Giménez se mantenía como podía, pendiendo de una chinche sola, en la puerta del ropero, con una minifalda infartante haciéndome “SHOCK!!!”. En medio de la espuma de un perfume marca “Cadúm”, jabón éste que jamás usé ni usaré, ni se si aún existe. La cuestión es que mi vida dorada, como corresponde, del barco a la quinta y de la quinta al barco y las reflexiones sobre el canapé de palmitos en la economía centroamericana, no duró mucho, pese a que opinaban que debía quedarme en La Plata e integrar el estudio de Brothers & brothers & Brothers como junior para escalar posiciones.


La vida me llevó a donde quiso. Sin embargo mi formación Aristotélica siempre respetó a la aristocracia (que no se trata de los que más dinero tienen sino de aquellos que más saben). La verdad que la pasaban bien los muchachos.


Desgastado el tiempo a partir del implacable paso de los años, descubro que no era solo hambre, era melancolía nomás.


Pero que los males que nos aquejaban siguen vigentes, y gobiernan muchos que no saben y hay, sí, mucho más hambre que nostalgia en muchos pibes del país, y que hay en ese hambre un destino de exclusión, de ignorancia y falta de conocimientos que los llevará a la muerte cívica, más temprano que tarde; por no hablar de la muerte real, esa con sangre y todo, esa de sobredosis y muerte cerebral.


Esa.


En términos generales, me apena que el debate de todo un país pase por los ricos y famosos contra la intolerancia de unos otros. Cuando la verdadera disputa está entre los memoriosos y los que han perdido la historia de sus propias vidas (unos y otros) aquí y allá.


El problema no es la inseguridad, el verdadero debate es la violencia intolerante que se ha instaurado por doquier, y aquí no hay ni putas oligarquías ni delirios revolucionarios. Ambos destilan desprecio, se confieren las peores de las descalificaciones, en aras de la pacificación. Combaten a los caníbales comiéndoselos.


Hace 5000 años antes de Cristo se leía en el Código de Hammurabi, tomado luego por el Derecho Romano:



  • Honestum Vivere: (vivir honestamente)
  • Alterum non laedere: (No dañar a otro)
  • Suum Quique Triubuendi: (Dar a cada uno lo suyo)

Entre tanto bullicio, no solamente se ha perdido el control del tránsito o la seguridad, se ha perdido la memoria.


Y eso es grave. Es como morirse.



(*) Escritor- Abogado Constitucionalista – ex Legislador provincial y Convencional Constituyente provincial, colaborador permanente de la ONU para Asuntos de Africa.



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