Investigación de Crítica de la Argentina
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Desde la presidencia de la AFA, que ganó en 1979, Julio Grondona edificó una red de negocios y contratos vinculados con los clubes de fútbol y la Selección Nacional.
Siempre le atrajeron los números. Era secretario de finanzas de la Asociación del Fútbol Argentino cuando durante la dictadura, en 1979, fue ungido presidente de la entidad. Treinta años después, Julio Humberto Grondona sigue siendo secretario de Finanzas, pero de la FIFA, y ha construido un entramado de empresas propias o integradas por parientes y amigos que se benefician con el negocio que todos ellos conocen: los materiales, las construcciones y sobre todo, el fútbol.
Su posición privilegiada en la AFA le permitió conocer las debilidades y las zonas opacas de los clubes y sus dirigentes. Don Julio hizo un hábil manejo de esa especie de inside information para descubrir dónde se encuentran las mejores oportunidades comerciales que ofrece “la pasión de multitudes”.
Para tener una idea del poderío del personaje alcanzan unos pocos ejemplos. La historia de la empresa encargada de los derechos de televisación y del merchandising de la Selección es un caso emblemático. Fue creada en 1998 con el nombre de ISL por Rogelio Riganti, un vecino de Villa Constitución, proveedor de Acindar, que hace varias décadas le vendía insumos a la ferretería de los Grondona en Sarandí, la base de la fortuna familiar.
Esa proximidad con Don Julio fue muy beneficiosa para Riganti: empezó vendiéndole materiales y terminó explotando la imagen de distintos clubes e incluso la de la Selección Nacional. Con el paso del tiempo ISL fue rebautizada con el nombre de Puntogol. Incorporó a sus filas a un presidente glamoroso, el actual titular del Banco Central, Hernán Martín Pérez Redrado, que luego se desvinculó de la compañía. Otro de sus directores era Eduardo Martino, un personaje de absoluta confianza de Julio Comparada, presidente de Independiente.
Sin embargo, los hombres importantes de Puntogol siguieron siendo Riganti y el español Jesús Samper Vidal. Este empresario es la cabeza del Grupo Santa Mónica, una compañía de marketing deportivo, cuyos clientes, entre otros, son algunos de los clubes de la Liga española.
En 2007, se informó que Puntogol había sido vendida a un supuesto nuevo dueño, Santa Mónica, la empresa de Samper, que aspiró incluso a adueñarse de la televisación de todos los partidos del fútbol argentino.
Ni Grondona ni ningún director de Puntogol informaron que en realidad el Grupo Santa Mónica siempre tuvo influencia sobre esa empresa a través del propio Samper, que figura como socio de la sociedad desde que ésta se llamaba ISL. Eso sí: Santa Mónica había sumado al ingeniero madrileño Romeo Cotorruelo Menta, que se presenta en el portal Real Murcia Fútbol Club como “asesor del comité ejecutivo de la AFA”.
Ese club tiene como presidente a Samper. Cotorruelo es a su vez consejero del Grupo Inmark, que asesoró a la AFA y le vendió un sistema de audio y video a algunos clubes argentinos para ser utilizados en la seguridad de sus estadios. Esos contratos tuvieron problemas judiciales por supuestos sobreprecios. En Inmark tiene un puesto jerárquico un ex crack del fútbol nacional, el hoy madridista Jorge Valdano.
En la filial argentina de Inmark también figura como director titular el contador Rubén Oscar Ojeda, quien es asimismo parte de Proinver, la inversora de Villa Constitución que preside Rogelio Riganti, el humilde proveedor de la ferretería de Sarandí. Hace poco tiempo, Proinver se adjudicó la remodelación del estadio de Atlanta.
No sólo los derechos de la televisación de la Selección Nacional están bajo la influencia de Grondona. La plata que cada institución recibe por la transmisión por tevé de sus partidos también estuvo históricamente envuelta en la polémica. Varios dirigentes de primera línea contaron que esos fondos les eran girados en cheques a 60 y 90 días y ellos se veían obligados a descontarlos anticipadamente en una financiera donde los intereses rondaban entre el 23% y el 30% cuando en el mercado esa operación no superaba el 10 por ciento.
AVELLANEDA CORAZÓN. Grondona es un tipo de barrio. Cada uno de sus emprendimientos y hasta sus socios son de Avellaneda, la localidad en la que se crió. Es el caso de la familia Comparada. Uno de los integrantes de ese clan, Julio, formó parte de Puntogol, y de la mano de Grondona consiguió que su compañía de seguros, El Surco, sea la única autorizada por el Estado para responder por la integridad de cada uno de los hinchas del fútbol nacional: por esa cobertura, cobra $ 1,4 por cada entrada. Comparada no sólo se vio beneficiado económicamente por la amistad que su padre mantenía con Don Julio. También hizo carrera política gracias a él. En 2005 se transformó en el presidente de Independiente, el club de los amores de los Grondona.
Pero con el paso de los años crecieron las diferencias entre los dos Julio. Dinero y quizá la secreta intención de Comparada de alcanzar la titularidad de la AFA fueron las poderosas razones. Gracias a Alfredo Cantilo, antecesor de Grondona, Comparada había logrado formar parte de la selecta masa societaria del Jockey Club.
Pero los nuevos blasones no impresionaban al zar del fútbol. “Cuando Comparada se peleó con Grondona, durante dos años no nos dieron un solo penal”, bromea un socio del rojo.
LADRILLOS. Además de los tornillos y las tuercas de su histórica ferretería, la propiedad de un corralón de materiales le despertó el gusto por la construcción. Una vez más, el barrio fue determinante para sus negocios. En Avellaneda, Grondona conoció a los hermanos Fernández Prieto, con los que creó en 1997 la constructora Conenar.
Aunque Grondona no participa directamente de esa compañía, sí lo hacen su hijo Julio Ricardo, su yerno Genaro Aversa y su contador Claudio Espósito. Conenar comenzó a expandirse con el menemismo –con el que Don Julio tenía una excelente relación– y tuvo su auge con el kirchnerismo: en ese período levantó buena parte de los complejos edilicios más emblemáticos de Puerto Madero, el barrio vip creado por Carlos Menem, que fueron habitados por los más importantes funcionarios del gobierno K, como el ex secretario de Transporte Ricardo Jaime, el ex ministro de Salud Ginés González García, el secretario de Medios, Enrique Albistur, y el ex jefe de Gabinete Alberto Fernández.
Esos edificios son Terrazas del Dique, Terrazas de Puerto Madero y Terrazas del Yacht, donde vive el propio Grondona, y donde fue visto infinidad de veces el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, que al contrario de varios vecinos niega estar afincado en ese inmueble.
El socio del titular de AFA en estas aventuras inmobiliarias, Fernández Prieto, tiene una excelente llegada al ministro de Planificación Federal, Julio De Vido. Este desarrollador inmobiliario, por su parte, logró quedarse con un negocio millonario: la construcción de la nueva cancha de Independiente, con capacidad para 44 mil espectadores sentados, la segunda más grande del país detrás del Monumental.
El día de su inauguración simbólica, en noviembre pasado, el lugar no contaba siquiera con asientos. La concurrencia debió acomodarse en sillas de plástico.
Fuente: Crítica