Publicado en

Las fallas de River le dieron una gran ayuda a Estudiantes

Con un equipo alternativo los de La Plata supieron explotar los errores defensivos del local. Fue 2-1 con goles de Calderón y Rojo. Buonanotte descontó para el equipo de Gorosito.

Peligrosamente, River es cada vez más equipo en la tribuna que sobre el verde césped. La gente acompaña, juega su partido pero no suma ni un punto. En pleno sábado por la noche, con nada por hacer en el final del torneo, 20 mil hinchas coparon el Monumental en una fiesta de aliento y banderas. Pero esa fidelidad, una vez más, no fue correspondida. Hubo empuje de los once vestidos con la banda roja en diagonal, tres tiros en los palos, un golazo y dos penales no cobrados. No alcanzó, más allá del esbozo de reacción. Y no puede conformarse con los 27 puntos obtenidos, casi el doble de los que consiguió el torneo pasado, cuando terminó último. Los suplentes de Estudiantes, en tanto, cerraron una semana ideal para mantener la sonrisa de cara a la final de la Copa.

River tiene un problema, entre tantos otros, que no pudo resolver durante el primer semestre: la defensa. Y si no había encontrado una solución en las 18 fechas anteriores, mucho menos podía perdírsele en el último partido de la temporada. Fue de un horror ese Triángulo de las Bermudas en el que se transformaron Ferrari, Orban y Sánchez donde nació el primer gol de Estudiantes.

Y para colmo de males, cuando se había afirmado Vega bajo los tres palos, ayer cometió un error de preescolar en el segundo tiempo. Tras una mano infantil de Sánchez, se le escapó un tiro libre de Sánchez Prette y permitió que Rojo tuviera bautismo en la red.
Pero no había empezado mal el equipo de Pipo. Por las insinuaciones de Abelairas y Buonanotte. Por la movilidad en tres cuartos. Y casi vulnera a Albil. Pero el arquero de Estudiantes sacó un guante de la galera en un tiro libre del Pitu y el palo evitó que un zapatazo del Enano se colara en el ángulo.

Pero, claro. Esa bendita defensa iba a fallar. Y un pelotazo de Rojo provocó una suerte de pinball. Rechazo de Ferrari, rebote en Orban y desconcierto de Sánchez. Calderón, eterno, inacabable, definió con jerarquía. Palo y gol.

En ese preciso instante, River desapareció. Porque en el sistema simeoneano (4-2-3-1) de Gorosito, Falcao quedó muy solo adelante.

Y Estudiantes creció. Tanto que estuvo cerca del segundo. Pero Vega tapó varias. ¿River? Podría haber empatado con un penal que no cobró Pompei. Hubo una mano de Rojo dentro del área considerada casual por el árbitro. Idéntica a una que sí le marcó a Fabbiani en la mitad de la cancha. ¿Y la igualdad de criterio? No era la noche de Pompei, evidentemente. En el complemento, cuando ya había empatado Buonanotte con un golazo, no marcó un penal de Calderón. Un tiro libre de Abelairas fue rechazado con el codo por el delantero, que estaba en la barrera.

Los palos (Ferrari y Díaz, en la misma jugada) y un elástico Albil le impidieron el empate a River, que mereció algo más. Pero su presente lo condena.