El reparto de puntos lo dejó con la sensación de manos vacías y dio a entender que su lucha lo excede. Es que el conjunto de Roberto Sensini repitió vicios, chocó contra los mismos inconvenientes que viene esbozando a lo largo del Clausura y se ahogó entre sus caprichos y su impericia. Más allá del golazo de Formica y de las chances desperdiciadas en el complemento, los rojinegros no tuvieron autoridad para llevarse por delante a Arsenal y no dieron la talla en un momento decisivo. Por eso el 1 a 1 se transformó en crimen y castigo para sus aspiraciones.< ?xml:namespace prefix = o ns = "urn:schemas-microsoft-com:office:office" />
Newell’s salió mal parado a la cancha. Le costó más de la cuenta hacer pie en los primeros minutos. Otra vez cedió la iniciativa y la pelota inexplicablemente ante un rival que en los papeles no debía incomodarlo. Por eso Arsenal lució más aplicado y ordenado en el inicio. Y con un libreto bien aprendido, presionó a los dueños de casa y los obligó a cometer errores. Eso quedó expuesto al minuto de juego cuando Jara se escapó por derecha y sacó un remate que Peratta sacó por arriba del travesaño. Fue toda una señal.
La visita movía la pelota con prolijidad y utilizaba la astucia de los volantes para desnudar las grietas que ofrecía Newell’s entrelíneas. El conjunto leproso estaba nervioso y muy impreciso. Por eso no extrañó que Sena abriera el marcador luego de un disparó de Insaurralde que rebotó en Bernardi y dejó mal parada a la defensa local. Fue un rápido llamado de atención.
Pero Newell’s contestó enseguida. Y para salir de su pesada confusión utilizó el talento del Gato Formica que aprovechó un despeje fallido del área de Arsenal, se perfiló de zurda y dibujó un gol de antología de cara a la popular rojinegra. Fue un grito de liberación y reposicionamiento ya que se vislumbraba otro partido a partir de esa conquista. Pero no fue así.
Newell’s continuó bajo su manto de aturdimiento y sólo basó su plan de guerra en el corazón de Spolli y Bernardello y en algún toque mágico de Formica. Nunca apareció un patrón de juego confiable, una estructura de funcionamiento que permita darle sustento a los anhelos de triunfo. Salvo el Gato, ningún intérprete se animó a levantar la cabeza del lodo y cada intento se perdía en una angustiante levedad.
Pese a eso, Newell’s tuvo cuatro oportunidades de marcar el segundo tanto en el complemento. Armani dejó pasar otra vez su tren y desperdició increíblemente un mano a mano con Campestrini. Formica le regaló una exquisita habilitación a Da Silva pero el paraguayo calibró mal la mira. Spolli se mandó una corajeada por derecha y estuvo cerca de su hazaña, muy cerca. Y el Gordo Sperduti también pudo inclinar la balanza pero la pelota besó el palo derecho y le dio la espalda a la victoria. Siempre le faltó algo, como en todo el torneo.
Así, los rojinegros dejaron escapar otra excelente posibilidad. No estuvieron a la altura de su compromiso. El equipo no termina de engranar nunca, los empates duelen y el sueño copero se pierde entre las dudas de siempre.
Fuente: La Capital