El perjuicio para Tierra del Fuego de aquella abdicación –arbitraje papal mediante- fue la pérdida de tres islas, y con ello el mar circundante, la consecuente proyección sobre
A 30 años de todo aquello, el despojo ya es historia pasada y pisada; importa el interés nacional y la pretendida paz entre dos naciones antes que el interés de un Estado. El gobierno argentino decidió celebrar como una fiesta aquel acontecimiento, aun cuando significó una pérdida incalculable de una porción del capital territorial de
Obviamente, para nuestra provincia, para aquellos que recuerdan la historia tal como fue, no había motivo para festejo, excepto por aquello de la paz preservada; prima la conciencia de una relación fraterna con
Pero, aun con reticencias, resulta imposible suponer que los fueguinos podían ser dejados de lado en la ceremonia de recordación que
El homenaje se celebró en Chile –en Punta Arenas, el sitio poblado más cercano a las islas disputadas- y luego en Monte Aymond, punto geográfico situado en la provincia de Santa Cruz.
La que padeció la pérdida, Tierra del Fuego, cuyo interés no fue tenido en cuenta hace 30 años, resultó ahora despreciada de manera grotesca por los organizadores de la celebración. No hubo acto alguno en Ushuaia –como hubiera correspondido- y ninguna autoridad fueguina, ni representante oficial, recibió la invitación para participar del encuentro.
Curiosa manera de promover la hermandad, la solidaridad y la unión hacia fuera, cuando adentro fomentamos las cuitas de una interna política salvaje e irreverente. La bajeza republicana de dejar afuera a los fueguinos –verdaderos protagonistas de la historia en cuestión- porque su gobernadora exhibe una identidad partidaria distinta a la de
Resulta curioso que ni una sola voz se alzara en rechazo al desdén (que no lo fue en contra de nuestra mandataria provincial sino de todo el Pueblo fueguino). Resulta como si nuestros legisladores, funcionarios y políticos en general aceptaran como parte razonable del mezquino juego político una actitud tan enfrentada con la lógica institucional.
Un notable gesto de madurez política entre dos países, que oculta una visión miserable acerca de cómo se manejan los asuntos institucionales en nuestro pobre y empobrecido país.