Sucedió en época de crisis, entre los meses de mayo y julio de 1922, poco antes de que Mussolini iniciara el asentamiento del fascismo en Italia. 3.500 obreros construían, en las afueras de Milán, el Autodromo Nazionale Monza. Trabajaban en un mito. El circuito fue derruido tras la Segunda Guerra Mundial y en 1950 acogió el último gran premio de la primera temporada de Fórmula 1, con la victoria del Alfa de Nino Farina. A partir de entonces, la historia del circuito más rápido de la especialidad es la crónica de las sucesivas remodelaciones para intentar disminuir su velocidad máxima.
De 1955 a 1961 se disputó el gran premio en una combinación de pista permanente y ruta en la que los pilotos debían pasar dos veces por la línea de meta en la misma vuelta. En 1961 murieron Wolfgang von Trips y doce espectadores. Se agregaron nuevas barreras de seguridad, escapatorias y se modificó el trazado con las famosas chicanas en la zona de curvas peraltadas. En 1978 Ronnie Peterson fallece al incendiarse su coche tras una colisión. Nueva modificación. En el año 2000 las dos primeras chicanas se quedaron en una derecha-izquierda y la Curva Grande se renovó como la del Biassono. Sólo en una ocasión no se disputó en este trazado el GP de Italia: en 1980 se corrió en Imola, donde ganó Nelson Piquet.< ?xml:namespace prefix = o ns = "urn:schemas-microsoft-com:office:office" />
Los coches no utilizan las rampas originales de 45 grados en cada extremo de la curva, pero sus cuatro largas rectas hacen que los pilotos lleguen a la frenada a velocidades superiores a los 340 km/h. Monza sigue siendo el circuito del récord, el de la máxima velocidad alcanzada nunca por un monoplaza de F-1. Juan Pablo Montoya rodó a 372,600 km/h en 2005 gracias al imponente motor V10 Mercedes que montaba su McLaren. Antonio Pizzonia había logrado 369,900 con su Williams-BMW un año antes en la calificación del gran premio de esa temporada.
Ahora, con los nuevos motores V8, la velocidad ha disminuido pero sigue siendo el circuito más rápido con una velocidad media por vuelta en torno a los 250 km/h. Pedro de la Rosa ofrece las claves de un buen rendimiento en Monza: «Se necesitan cuatro cosas para ir rápido: una buena frenada, una buena tracción, una buena velocidad máxima con carga aerodinámica mínima y poder utilizar los pianos al límite sin que el coche bote demasiado». Malas noticias para Alonso, que sabe que éste es el peor circuito del año para su Renault R28, un coche con problemas de tracción y un pobre motor. Los pilotos tienen el pie al máximo sobre el acelerador un 76% del tiempo de cada vuelta, más aún que en Spa, donde era un 72%. El nivel de exigencia de los frenos, también es el más alto de todo el Mundial. En la primera curva se pasa de 340 a 88 km/h en 2,6 segundos.
Y también es el circuito de Ferrari, donde los chicos de rojo se sienten en casa, pero esta vez McLaren, que ya ganó el pasado año con Fernando, en su última victoria, se presenta con el coche más veloz. Hamilton rodó a 309 km/h en la segunda ronda de calificación de Spa. Es Monza, templo de la velocidad, desde 1922.