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Si usted me permite le quiero contar una pequeña historia que resume la impunidad de la que gozan hoy en < ?xml:namespace prefix = st1 ns = "urn:schemas-microsoft-com:office:smarttags" />
Varizat ex ministro de Gobierno iba a un acto de Néstor Kirchner en su carácter de integrante de su grupo selecto de amigos. Susana, docente de 53 años participaba de la histórica protesta que reclamaba paritarias y mejoras salariales. Los manifestantes identificaron al pingüino de la abundancia y le empezaron a reclamar a los gritos y golpeando su camioneta.
Varizat con la prepotencia que lo caracteriza hizo marcha atrás y después salió hacia adelante y atropelló a medio mundo. 24 personas fueron lastimadas y heridas. Lo primero que hizo Varizat además de pedir protección a sus amigos del gobierno fue poner sus propiedades a nombre de otros para evitar que los abogados de las víctimas pudieran embargarlo. Lo primero que hizo Susana fue tratar de recordar que había pasado.
Se despertó sedada después de 15 días en terapia intensiva y de dos paros cardio-respiratorios. No se murió de milagro. Varizat estuvo tres meses privado de su libertad en un lugar de privilegio y tomando mate con los oficiales. Pagó una modesta fianza de 15 mil pesos y después de las elecciones fue liberado. Susana recién ahora puede volver a las dos escuelas polimodales donde da la materia Introducción al Conocimiento científico. Tiene muchos trastornos post traumáticos.
Continúa con su rehabilitación porque Varizat con su camioneta convertida en topadora le fisuró en tres partes la clavícula que todavía no se soldó como tampoco sus costillas y por eso ha perdido el 40% de su capacidad pulmonar además de sufrir permanentes infecciones en un talón, por una herida que no cierra.
Está claro que no es la única herida que no cierra. No son las únicas venas abiertas. Marcela Obando es maestra y Cristina Coronel es enfermera y técnica anestesista. Junto a Susana Guillermaz son las tres que sufrieron las heridas mas graves. Tres mujeres trabajadoras y solidarias. Sintieron literalmente que les pasaron por encima. Sintieron dolores terribles y pánico. Y hoy sienten mucha bronca porque la causa contra Daniel Varizat entró en suspenso por una leve desprolijidad judicial.
Hay una víctima llamada Susana que sigue sufriendo las secuelas de aquella noche nefasta de hace un año. Y un victimario llamado Varizat que camina en libertad por las calles de Buenos Aires mientras la justicia sigue llegando tarde a donde nunca pasa nada.
Anoche, hubo una marcha de antorchas reclamando juicio y castigo. Estaban los trabajadores y el obispo Juan Carlos Romanín que pidió que no haya un solo herido más en
Esta historia demuestra que se pueden construir dos tipos de Argentina: La de las victimas por reclamar lo que les corresponde y la de los poderosos victimarios que ejecutan con impunidad.
Los juegos infantiles ya lo anticipaban cantando: piden pan, no les dan. Piden queso, les cortan el pescuezo.
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