El Orden del Día es escueto pero suficientemente controvertido. El punto más conflictivo propone “hasta tanto termine el mandato de la actual gestión” permitir la reincorporación de todos los afiliados que han dejado el partido, con el beneficio de presentarse como candidatos en la próxima elección reconociéndoles la antigüedad que hubieran tenido antes de desafiliarse. La amnistía tiene nombres propios: Cóccaro, Vallejos, Daniel Martínez y un puñado más de ex dirigentes “de los pesados” quieren volver y se plantan como postulantes “de fierro” para disputar la conducción. Pero los “emergentes”, “renovadores” o como hayan dado en llamarse los que vienen remontando el vuelo partidario aspiran a desalojar a los “cabezones” de siempre y no quieren más adversarios que los que están dentro. Está claro que el peronismo desalojado del poder tiene poco para repartir y el retorno de los que se fueron pero siguen teniendo espaldas para una interna son un problema adicional para los esfuerzos de los renovadores que prefieren adueñarse de un partido encogido antes que seguir peleando las migajas que dejan caer los cabezones. El problema para ellos es que la transversalidad kirchnerista se exacerbó a partir del conflicto con el campo. La huida de algunos socios de ocasión (fundamentalmente el radicalismo K que acaba de patear el tablero a través de Julio Cobos) motivó a Néstor Kirchner a ordenar que se reciba con alfombra roja a todos los que quieran sumarse al proyecto y el regreso de los que alguna vez se fueron se convirtió en asunto de estado para los personeros del oficialismo, desde el centro del país hasta el último confín y esto incluye taxativamente a Tierra del Fuego. Así, los más conspicuos kirchneristas fueguinos se impusieron la amnistía (aunque en radio Fueguina Mario Daniele prefirió llamarla “jubileo”) y van a asegurar que ella se concrete, cueste lo que cueste. Cóccaro, Vallejos y demás agradecen la gestión y (aunque solapadamente) ayudan a combatir las opiniones contrarias, expresadas en Río Grande por dos “en vías de desarrollo” como Raúl Moreira y Nato Ojeda, que demandan a voz en cuello “respetar la prioridad de los compañeros que se quedaron”. Para Kirchner, la cosa en Tierra del Fuego pasa por aprender la lección. Desde fuera del partido (incluso poniéndose en el pecho un distintivo tan repudiable políticamente como el del Paufe) los “desertores” le han infligido al P derrotas humillantes en las últimas elecciones y esa es una experiencia que no quieren repetir. Amontonados o como sea, todos adentro, es la orden y así se buscará de hacerla cumplir. Con ese objetivo fijo, Mario Daniele expresó sus razones en entrevista con La 97 y usó términos durísimos para referirse a Moreira y Ojeda, dejando en claro que la postura rebelde puede tener consecuencias severas para ellos y quienes los sigan en la votación que se debe llevar a cabo en el Congreso convocado para el domingo en Ushuaia. Para que no queden dudas, se anunció que el presidente del partido llegará en agosto a observar de cerca la situación, anticipo que,según palabras deOjeda fue como “anunciar que viene el cuco”, lo que lo deja definitivamente fuera –por decisión propia- de un aparato estrictamente kirchnerista. Por las dudas, antes que Kirchner, llegan a la provincia “observadores” del PJ nacional, en cuyo entorno aseguran que habrá presiones fuertes para que nadie se oponga a la conformación de un peronismo amplio, hegemónico, que no deje lugar a la formación de otras fuerzas políticas fuertes para el 2009. En el entorno de estos “emisarios” (aunque reniegan terminantemente del sustantivo plural “presiones” o “aprietes”) sugieren que los que se opongan a la amnistía deberán asumir las responsabilidades que les quepan y hasta prometen una carpa montada por Compromiso K frente al Concejo Deliberante para pedir el juicio político a Ojeda (congresal del PJ, además de Concejal) acusándolo de “discriminación”, un término abominable para los tiempos que corren en la política donde la bandera de los Derechos Humanos es casi una punta de lanza en la estrategia bélica kirchnerista. Hasta hace unos días, la interna peronista vernácula era casi folclórica. Desde que el tema se nacionalizó, el juego fuerte de Kirchner y compañía pasó a ocupar todo el escenario y las primeras consecuencias pueden empezar a asomar, según el resultado de la votación de hoy en el Congreso partidario.
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