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La gran ganadora es la democracia republicana. La democracia se llenó de contenido. Funcionó y se hizo justicia.
El gran perdedor fue Néstor Kirchner y su irracionalidad autodestructiva ilimitada. La sociedad civil en las calles y en el Parlamento derrocó al presidente de facto y abrió la posibilidad para que < ?xml:namespace prefix = st1 ns = "urn:schemas-microsoft-com:office:smarttags" />
Ganó el sentido común, la política entendida como el diálogo respetuoso de los que piensan distinto, ganó el que apostó a las convicciones más íntimas de las personas, a sus valores más profundos.
Perdió el disciplinamiento stalinista, la mano de hierro, el látigo, el verticalismo, la obediencia debida y la subordinación. Alguien tenía que ponerle límites a la locura de Kirchner y fueron las instituciones democráticas en pleno uso de sus facultades mentales y constitucionales las encargadas de hacerlo.
Fue ese Parlamento congelado, ninguneado, humillado, convertido en una escribanía de robots que solo servían para levantar manos y reducido a la servidumbre durante tantos años el que se tomó la gran revancha histórica y puso a Kirchner en su lugar. Perdieron los del toma y daca. Los que sobornan con promesas de cargos y dádivas para amigos, parientes y favorecedores , los que creen que todo tiene precio, que todos los seres humanos se pueden comprar como si fueran mercadería.
Todo eso perdió.
Ganaron los que creen que todavía se puede. Los que construyen la esperanza de una Argentina con menos pobreza y desocupación. Los que están en la política para cambiar la realidad injusta y no para cambiar el auto, el estado civil y el patrimonio.
Esta rebelión de los valores mas honestos de los pueblos del interior tal vez sirva para refundar la democracia y empezar de verdad con la nueva política que todos reclamamos.
Ojalá Néstor sea el último exponente jurásico de esa vieja política.
Ojalá Cristina sea la primera de una larga serie de nuevos políticos.
Para que se termine la patota y la agresión permanente de ver golpistas en cada opinión distinta.
Para que se termine eso de que hay que poner de rodillas al otro.
Para que no se confunda adversario con enemigo.
Para que la violencia y la crispación se vayan y no vuelvan nunca más.
Para que seamos un país en serio.
Néstor Kirchner dijo las peores palabras de estos cuatro meses. Comparó a miles de argentinos pacíficos que ejercían su derecho a la protesta con lo peor de la historia: con los grupos de tareas que utilizaron el asesinato y la tortura como herramienta política.
Julio Cobos dijo las mejores palabras cuando advirtió: “No se trata de juntar votos, se trata de buscar consensos.” Cristina debe empezar a gobernar. Nombrar a su propio gabinete, convocar a la gente del campo y a los partidos políticos , llamar al Consejo Federal con los gobernadores de las provincias involucradas como le dijo Hermes Binner, abrir las ventanas, cerrar los prejuicios, escuchar los mensajes de la sociedad y sacarse de encima a los personajes mas nefastos que solo irritan a la sociedad.
A los que pregonan el odio hacia los demás como Luis D Elia, a los que acusan de traidores a los que piensan distinto como Carlos Kunkel, a los que mienten con prepotencia como Guillermo Moreno y a todos los sospechados de comandar negocios corruptos. La demanda de la sociedad es muy clara: basta de gritos e imposiciones, basta de mesianismos y descalificaciones.
Que cada uno ocupe el rol que el pueblo le dio con sus votos y que la democracia funcione a pleno. Así de fácil. Así de difícil. Los argentinos necesitamos el milagro de la convivencia y el progreso social. Lo tenemos que construir entre todos. Es nuestro desafío y nuestra epopeya ciudadana. Allá vamos…
Alfredo Leuco
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