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Luis Romero Hiriart, de 58 años, está detenido en la comisaría quinta de Villa Sarmiento, partido de Morón, provincia de Buenos Aires. Se lo acusa de «homicidio simple con dolo eventual«, por haber provocado la muerte de Eliana Romero Giménez, (18 años) durante una operación de apendicitis en la que Romero actuaba como anestesista, según los familiares de la víctima, bajo los efectos de sustancias extrañas.
Pero testimonios llegados de distintas partes del país hacen dudar de la autenticidad de los títulos de médico que exhibía Romero Hiriart, quien ha ejercido las especialidades de anestesista y otorrinolaringólogo en varias provincias.
Hace más de 17 años trabajó en un hospital de la ciudad rionegrina de General Roca y fue dado de baja por irregularidades de servicio.
Su errática carrera (a través de lo cual habría incurrido en por lo menos un homicidio más) también lo vio pasar por Ushuaia, un hecho que www.radiofueguina.com pudo saber en forma exclusiva.
El desempeño del supuesto anestesista sólo se extendió por dos meses en la ciudad capital de la provincia. Las quejas de algunos pacientes, que hicieron dudar seriamente de su capacidad profesional y su moral, motivaron su despido casi inmediato, por decisión del director.
Romero Hiriart ingresó en junio de 1998 al Centro Médico Fueguino, traído (probablemente desde Córdoba) por el doctor Adolfo Cano, uno de los directores del instituto médico. Su socio, el doctor Edmundo Heredia, relata que “lo tuvimos que despedir cuando apenas llevaba un mes trabajando con nosotros, tuvimos quejas de los pacientes que no permitían dudar”.
Romero se presentó como otorrinolaringólogo y exhibía una matrícula provincial expedida (presuntamente) por Fiscalización Sanitaria. “No dejó mayores recuerdos, nos costó registrarlo; sólo porque Uds. nos lo mencionaron, lo asociamos con el que vemos en televisión”, admite ante el periodista el Dr. Heredia, exigiendo su memoria.
Las quejas de lospacientes de la clínicahicieron eclosión en oportunidad en que intentó obligar a una joven mujer embarazada a ingerir corticoides, algo prohibido en su estado por la práctica médica.
“Los reclamos eran muy serios, lo despedimos de inmediato, en menos de una hora había abandonado la clínica, hasta nos extrañó esa actitud tan dócil”, recuerda el directivo.
Por esos años en que paseó por Ushuaia su errática conducta, Romero Hiriart tenía unos 48 años, no intentó ejercer como anestesista, pero los pacientes sospechaban de él y hasta llegaron a temerle; un par de testimonios fueron suficientes para que los directivos de la clínica decidieran prescindir de sus servicios. Quizás si hubiera gozado de cierta aquiescencia, la historia trágica que hoy lo tiene como imputado en la provincia de Buenos Aires habría tenido un antecedente en Tierra del Fuego como ya lo tiene en Santiago del Estero.