La invasión de insoportables hedores en la zona norte de la ciudad, cercana a la playa, despertó otra vez la alarma acerca de la situación de la planta depuradora, cuyo defectuoso funcionamiento es materia de callada preocupación en las autoridades, particularmente quienes tienen a cargo la dirección de Obras Sanitarias.
Los responsables consultados por Radio Fueguina admitieron que «es difícil» imaginar cómo se va a enfrentar la demanda futura «si la planta está ya desbordada». El sábado, los rumores indicaban que parte del material había sido evacuado en la playa sin haber sido previamente tratado. Si esto es así, no es complicado adivinar las razones del olor fétido que por la tarde había invadido la zona.
Como sea, es imposible disimular que el sistema de evacuación y tratamiento de residuos cloacales se encuentra en estado crítco y con pronóstico grave.
Al deficiente mantenimiento yla crecientesaturación de la planta, se ha sumado elaumento meteórico de la demanda, debido al desarrollo acelerado de la población urbana. El pronóstico más reiterado es el que vaticina un colapso a corto plazo de la única planta de tratamiento de líquidos cloacales con que cuenta la ciudad.
El director de Obras Sanitarias, Carlos Carazo, planteó tres años atrás la necesidad de construir una nueva planta (previendo el crecimiento del flujo demandante) y se manejaba como la ubicación más probable su emplazamiento en zona cercana al centro, sobre la playa a la altura de calle Piedrabuena. La respuesta de las autoridades fue el silencio, no se planificó una solución preventiva y la verdad –ahora inocultable- es que la planta se encuentra al límite de su capacidad de trabajo y en condiciones de mantenimiento que no son para nada tranquilizadoras.
La excusa a esgrimir será (previsiblemente) que la ciudad ha crecido más de lo previsto y en forma desordenada. Pero lo cierto es que este desorden tiene que ver con la ausencia total de planificación de los nuevos asentamientos urbanos, la falta de una política de tierras y la más completa anomia por parte del Intendente en cuanto a planificar el desarrollo de la ciudad de un modo armónico y organizado.
A esta desidia se suma la incapacidad manifiesta impresa en lo poco se ha realizado, ya que los desagües cloacales y pluviales construidos en los últimos años no tienen las dimensiones acordes a la demanda que se preveía y ya se encuentran saturados muchos de ellos. Caso concreto de ello es la red que, a un costo muy elevado, se enterró en la zona que une al Intevu con el centro, cuyas dimensiones no permiten la evacuación de los líquidos que han de provenir de la zona de Chacra XI y Chacra XIII, obligando por ello a una completa reformulación de la red existente, cuando la ciudad apenas empieza a esbozar el crecimiento que vendrá desde el sur de la zona urbana.
El próximo martes sesiona el Concejo Deliberante y ya ha tomado estado parlamentario un proyecto de pedido de informes acerca de la delicada cuestión. Con la firma de cuatro de los siete concejales, se solicita explicar las causas “del olor nauseabundo que se registra en las cercanías de
Basados, quizás, en el aspecto repugnante que la inaccesible playa ofrece en la zona a quienes puedan llegar a observarla, los concejales quieren saber también “si existe algún estudio realizado sobre los grados de contaminación que se registran en las zonas donde se tratan líquidos cloacales”, preguntándose además, con toda lógica, “cuál es el posible daño al que puedan estar expuestos los vecinos”.
Resulta finalmente irónico leer que, en los considerandos, los ediles se sienten en la necesidad de recordar que
Nada más alejado de nuestra realidad. La ciudad se muestra cada día más desaseada, más invadida por la basura y –ahora también- infestada de olores putrefactos en un sector que debiera ser de paseo, esparcimiento y atracción para los turistas.