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Como en las antiguas épocas -cuando la hiperinflación marcaba el ritmo de vida de los argentinos- la especulación otra vez ha entrado en escena.
Ayer, sorpresivamente, las estaciones de servicio YPF volvieron a descolgar las mangueras y se negaron a expender combustibles, aunque nunca se dijo que hubiera faltante del fluido.
La consecuencia directa, como en ocasiones anteriores, fue una larga cola de vehículos frente a la única alternativa, la estación Esso, ubicada en Pellegrini y San Martín.
La segunda sorpresa llegó a la medianoche: con la llegada del martes el cartel con el precio fue tapado y en los surtidores aparecía el nuevo valor del combustible.
Desde la hora cero del martes, cargar nafta o gasoil costará un 15% más. La variedad más cara alcanzó el precio record de $ 2,40, un incremento tan drástico como sorpresivo, que seguramente tendrá su correlato en los productos de YPF cuando se decidan a levantar la veda autoimpuesta.
Más abusos que demuestran lo nefasto que resulta el monopolio en regiones aisladas como nuestra provincia donde el mercado suele ser el más tirano de los enemigos para la gente.
Foto: Imágen de la fila de autos que esperan para poder cargar combustible con un máximo de 30 pesos por vehículo.