La necesaria reforma estatutaria de la UAR no resultó un trámite. Pese a que el estudio de la modificación se produjo en época de paz y a que se designó una comisión mixta especial para elaborar el proyecto de reforma, un tema puntual trabó todo. No hubo polémicas sobre los cambios a realizar sobre profesionalización de estructuras y de Los Pumas para poder ingresar a la elite mundial, clave para recibir los más de cinco millones de dólares que el IRB destina a los países top 10, entre otras cosas. Sin embargo, el reparto de los votos entre las Uniones abrió el fuego. Una vieja lucha de poderes. Anoche, al cierre de esta edición, seguían las negociaciones.
Las Uniones del Interior pretendían modificar la relación de otorgamiento de votos para disminuir el poder de Buenos Aires, que con el 47% tiene capacidad de veto. Y afirmaban que los porteños se habían comprometido a cambiar esto cuando, en febrero, el Interior apoyó la lista única con Porfirio Carreras como presidente de la UAR. Este condicionamiento fue negado por Néstor Galán, titular de la URBA. Actualmente, las Uniones tienen un voto institucional y uno por cada 100 jugadores. La propuesta del Interior, liderado por el tucumano Julio Paz, era llevarlo a un voto cada 1.000 y agregar un voto por cada 30 años de antigüedad. Así, el brazo porteño se reduciría.
El Interior, aprovechando la coyuntura, se plantó con la idea de aprobar todo el paquete, o nada. Ni los puntos en los que había acuerdo. Anoche, en la sede de Rivadavia, todo empezó con una introducción de 45 minutos de Carreras, que hizo un repaso del panorama que los 25 presidentes de Uniones provinciales (asistencia perfecta) conocían muy bien. Las posturas eran tan intransigentes que durante casi dos horas y media no se torcieron el brazo. A las 21.30 se produjo un cuarto intermedio y los bandos se separaron cada uno por su lado. En cierto momento, los principales dirigentes del Interior se acercaron a dialogar con los porteños. Pasada la medianoche, la pulseada continuaba…
Fuente: Clarin