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Un “ejército” de más de cincuenta dependientes de una fundación de ayuda a discapacitados, ataviados con mameluco azul, una pechera roja y una ridícula gorra con publicidad comercial en lugar de la identificación oficial, esperaron a los conductores para cobrarles el importe correspondiente, a razón de un peso la hora o 25 centavos por fracción menor a 15 minutos.
El operativo no trajo mayores inconvenientes, más allá de la sorpresa de algunos y la escasa información de muchos, aunque los más incómodos resultaron ser quienes trabajan en la zona tarifada y debieron dejar su vehículo a varias cuadras de distancia, si querían evitar pagar por estacionarlo en el lugar habitual.
El resultado, en el primer día de aplicación del estacionamiento tasado, fueron algunas calles del sector bancario extrañamente libres del atosigamiento habitual, y muchos conductores felices de encontrar sin mayores inconvenientes un lugar para aparcar, cercano a su destino.
Más allá del resultado positivo que parece haber dejado la puesta en marcha del nuevo ordenamiento, el balance que puedan hacer los funcionarios y de la ayuda que para muchos discapacitados significa haber obtenido una forma digna de ganarse su salario, habrá que vigilar la evolución, particularmente durante el crudo invierno, de una norma que debutó sin traumatismos y que, según las primeras estimaciones, genera una recaudación de entre dos y tres millones de pesos al año.
(Imagen exclusiva La 97: Personas contratadas por una fundación de ayuda al discapacitado, cobrarán mil pesos por mes por cumplir la labor de cobrar el estacionamiento.)