Scotto en los estudios de nuestra emisora contó su viaje alrededor del mundo
Viajar, conocer ciudades, culturas y personas a lo largo del mundo pareciera ser un escenario tentador para cualquiera. Un argentino, vecino de Olivos, no sólo logró completar un recorrido inolvidable por 214 países y terriorios, sino que también inmortalizó su apellido en uno de los libros más reconocidos del planeta: el Guinness.
Emilio Scotto (59) figura como el autor del “Viaje más largo de la historia en motocicleta”.
A los 30, con 300 dólares en el bolsillo y su moto Honda Gold Wing 1100 Interstate, Scotto emprendió la travesía con la que tanto soñó de chico: “Siempre anhelé dar la vuelta al mundo. O mejor dicho, ir a todos los países donde hubiera un ser humano”, recuerda. “El 14 de enero del ‘85, parte un muchacho inocente que no sólo no sabía viajar sino que no contaba con información. El mundo era desconocido”, agrega.
En sus pupilas hoy conviven la Avenida Libertador y las pirámides. Los estudios Lumiton y Hollywood. Es que desde Olivos, barrio que eligió como su “casa argentina” cuando no está en Estados Unidos, se emociona al repasar la epopeya que vivió durante diez años en la ruta.
Partió por Uruguay, siguió por Brasil y llegó hasta el Amazonas. “En ese entonces no había conexión con Venezuela y me fui por la selva”, detalla. Cada día era una nueva oportunidad para explorar lo desconocido y seguir avanzando hacia su objetivo.
El principal aliento y empujón para seguir adelante, dice Emilio, fue siempre la gente. “Me regalaban combustible, cambios de aceite o me daban un lugar para dormir”, recuerda quien fue hasta Estados Unidos y después viajó a Europa, 55 países de África y otros tantos de Asia.
Uno de los primeros obstáculos fue la falta de documentación. “Sólo llevaba un papel que decía ‘moto tal con patente tal’, y la licencia de conducir internacional que duraba doce meses”, reconoce. Y prosigue: “Después de un año, la moto estaba bastante golpeada, y yo inocentemente pensé que en EE.UU., país de primer mundo, me iban a dar todo, pero no me dieron ni pelota”.
En tierras norteamericanas se sentía dentro de una película de Hollywood. En la televisión neoyorquina nació el nombre de su moto: “Princesa Negra”. Los televidentes le donaron plata para que continuara y hasta consiguió la ayuda de una aerolínea para cruzar el océano hasta Alemania.
Cuando llegó al Viejo Continente le sugirieron que fuera para el sur, para evitar el invierno. Fue a Italia a ver a Maradona, y el “10” le pagó la estadía por un mes. Su viaje siguió en 1987 por España, donde encontró sustento económico. “Llevé las fotos que había sacado a una revista y me pidieron que escribiera sobre mi viaje”, cuenta el “Google de los 80’”, como lo definió el periódico británico “The Guardian” por sus crónicas.
Tardó dos años en recorrer todo África: “Fue un caos. Me agarró malaria y casi muero, viví la guerra del Congo, en 1989, escapé de Somalia en un barco carguero y casi nos agarran los piratas”, enumera, como quien cuenta una demora en la 9 de Julio por algún piquete. Regresó a reparar a la “Princesa Negra” en Europa y después siguió rumbo a Asia.
En un barco de carga, transitó por Islandia, Groenlandia y el Polo Norte. Después regresó al continente americano. “Era mi noveno año de viaje”, recuerda sobre cuando comenzó a bajar: recorrió las 27 islas del Caribe, Ecuador, Perú y Chile, su país 214.
“Entré a Argentina por Mendoza y en la Aduana me retuvieron la moto, porque yo sólo la podía sacar por un año y habían sido diez”, explica. Entre idas y vueltas la recuperó, y lejos de cansarse, arrancó a recorrer su país. El 2 de abril de 1995 entró a Buenos Aires y fue al Obelisco. “Estuve un mes acá y después viajé a España a hacer un cierre simbólico en ese país que me dio tanto”, señaló Emilio scotto
Hace 20 años el libro Guinness le otorgó a Emilio scotto el récord. “Me llamaron desde Londres y no lo podía creer. En 2002 ellos me nombraron ‘Rey de la carretera’”, afirma.
“Al apagar la moto me pregunté ¿Y ahora qué hago? Ya tenía 41 años y sólo sabía viajar. Me derrumbé”, confiesa. Tras varios meses, volvió a Estados Unidos, donde encontró su vocación: armar viajes de aventura en moto. “Actualmente, cuando no estamos viajando, vivimos entre dos mundos: EEUU y Argentina. Acá recorrimos muchas partes de la provincia de Buenos Aires y Olivos nos tiró mucho. Ya hace cinco años que estamos y nos encanta, es especial”, concluye.
Comentarios