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Litto Nebbia: un pionero con toda la vigencia

El músico cumplió 65 años, y los festeja con la reedición de “Muerte en la Catedral”, uno de sus álbumes capitales, de 1973. En una charla con Clarín, repasa este disco y un poco de su extensa carrera.

Citar los pergaminos artísticos de Litto Nebbia a esta altura sería un lugar común. Bastaría ese mojón que significó La balsa de Los Gatos como disparador del rock nacional en 1967 para asegurarle un lugar prominente en nuestra cultura popular. Pero, con lo importante que fue aquel grupo pionero del cual Litto fue fundador, estaríamos hablando apenas de cuatro años de una trayectoria que ya lleva casi medio siglo de vigencia, con más de cien discos bajo su propia firma y unos quinientos álbumes que lo han tenido como partícipe integral, sea como músico, productor o arreglador.

A menudo, sin embargo, los árboles impiden ver el bosque, y uno corre el riesgo de asombrarse con la cantidad y pasar por alto la calidad de la obra del músico rosarino. En estos días, precisamente, se cumplen cuarenta años de uno de sus discos fundamentales,Muerte en la Catedral, y Litto Nebbia no piensa dejar que el aniversario pase inadvertido. Por eso, además de reeditar el álbum, Litto presentará Muerte en la Catedral en un puñado de recitales donde lo tocará de punta a punta y en el orden que tienen las canciones en el disco, junto a Ernesto Snajer en guitarras, Leopoldo Deza en teclados y flauta, Juan Ingaramo en percusión y el propio Ne-bbia en piano, órgano y guitarra.

Muerte en la Catedral salió a mediados de 1973, cuando Litto pisaba el umbral de los veinticinco años. Es un disco de singular madurez y variedad, tanto en lo musical, como en sus letras; reflexivas y nostálgicas algunas, testimoniales otras, y también las hay con visión de futuro.

A esa altura Litto ya había recorrido un vasto camino musical por su cuenta. Así lo recuerda, sentado en el living de su casa, después de un intenso ensayo grupal que le llevó buena parte de la tibia tarde invernal que enmarcó el encuentro.

“Los Gatos terminan en el ’70 y yo grabo mi segundo disco solista, aquel en el que estoy con mi madre en la tapa; un disco experimental donde toqué todos los instrumentos. Al mismo tiempo empiezo a escribir una cantata con Rodolfo Alchourrón, un músico extraordinario con el cual estudié armonía y arreglos y que en aquel momento me invitó, también, a cantar con su grupo, Sanata y Clarificación. Juntos escribimos una obra conceptual llamada La historia de un hombre que, increíblemente, permaneció inédita hasta hoy, pero por fin aparecerá este año en mi sello, Melopea. Y como siempre me gustó hacer cosas distintas a la vez, encaré una fusión de mi música con elementos del folclore junto a Domingo Cura. Aires de zamba, de chacarera, de baguala… Siempre me interesó impregnarme de las cosas que me interesaban, desde el jazz hasta el tango, pasando por la música brasileña y el folclore, pero manteniendo siempre mi estilo musical. En esos años que siguen al final de Los Gatos visité todos esos estilos, persiguiendo un deseo de evolución personal que iba más allá del rock.” Esa evolución se ve en la seguidilla de álbumes que Nebbia grabó a principios de los años setenta:Nebbia’s Band, en el que encaró la fusión con el jazz; Huinca, donde sus canciones se tiñeron de aires latinos, y Despertemos en América, donde hay ecos de las convulsiones que sacudían el escenario social de América latina.

Muerte en la Catedral logró una síntesis ideal de las varias corrientes que confluyen en la música de Litto Nebbia, en un manojo de canciones que conservan su poder y originalidad cuatro décadas más tarde.

El disco marca el comienzo de una de las asociaciones más longevas y fructíferas en la carrera de Nebbia -el trío con Jorge González en contrabajo y Néstor Astarita en batería- a los que se suma un seleccionado de grandes músicos como Rodolfo Alchourrón, Ciro Fogliatta, Bernardo Baraj, Oscar Moro, Roque Narvaja y Gustavo Moretto, entre otros.

“Es un álbum variado, que comienza con un aire folclórico, en el tema Vals de mi hogar, sigue con el toque funk de El revólver es un hombre legal y con Señora Muerte que trae partes de guitarra casi psicodélicas -analiza el propio Litto-.

Mendigo de la luna y La operación es simple marcan el comienzo de mi colaboración con la poeta Mirtha Defilpo, que escribió la letra de ambas, y en El otro cambio, los que se fueron -que se volvió uno de mis temas más conocidos- toco con una orquesta grande, de unas veinticinco cuerdas, incluyendo a los violinistas Antonio Agri y Fernando Suárez Paz, y arreglos de Alchourrón.

Dios en más es el tema más rockero, con un gran solo de guitarra de Roque Narvaja, y la propia canción Muerte en la Catedral tiene como tema central la pérdida de la fe en las cosas en las cuales creés, la crisis de la espiritualidad. No tiene nada que ver con política partidaria sino con una cuestión espiritual”.

A Nebbia no se le escapa la comparación con la situación actual en el mundo. “Hay muchas cosas que han cambiado para bien. Pero lo que ha sido para mal es la obsesión desbocada por lo material. Esta situación de protesta y de descontento universal que vivimos hoy es el eco de que cada vez hay más gente que se muere de hambre y unos pocos que cada vez tienen más millones. La gente no come vidrio, y cada día está más cansada…”.

La reedición remasterizada de Muerte en la Catedral cuenta con una pintura del artista Pérez Celis como arte de tapa. Además, viene acompañada de un libro con poemas, dibujos, fotos, acordes de temas, comentarios del disco a cargo de críticos de ayer y de hoy, y un ensayo de cuatro páginas que Litto escribió en aquel momento, titulado Adónde va nuestra música.

Muerte en la Catedral tiene ya la impronta de discos claves que Litto Nebbia grabaría en años posteriores, como fueron MelopeaFuera del cielo1981 y Sólo se trata de vivir, y también de obras notables de su producción reciente, como Danza del corazón -junto al grupo La Luz- y el ambicioso álbum triple Una canción del mundo.

Es un reflejo fiel del impulso creador que ha llevado adelante desde los días formativos de Los Gatos Salvajes, cuando promediaban los años sesenta, y que nunca ha sacrificado su integridad ante los vaivenes del negocio musical o las presiones del mercado.

Cinco décadas más tarde, Litto Nebbia sigue enriqueciendo nuestras vidas con su música. Como decía un tema de la Incredible String Band: alegrate, porque la canción no tiene fin.

Fuente: Clarín

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