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La increíble historia del pibe que vende rifas para ver a Belgrano

Tiene 13 años y vende los números en un shooping para sacar el abono anual a los partidos del equipo cordobés. Los premios son un celular, un cabrito, una pelota y una bolsa de caramelos.

La vida de Tiago es de color celeste. Desde que se levanta hasta que se acuesta. Aunque a veces, también es celeste mientras duerme: «Una vez soñé que debutaba con la camiseta número 9 y hacía un gol en el Gigante de Alberdi», le confía a Clarín. Pese al receso escolar, Tiago Giaimis no tiene vacaciones. Es que todos los días, movilizado por la pasión que excede a ese cuerpo de 13 años, el pibe sale a la calle a vender rifas para poder pagar el carné de socio de Belgrano en la próxima temporada.

«Mis viejos están separados y no me pueden pagar la cuota. Por eso, con la ayuda de mi papá, se me ocurrió hacer un rifa para poder ir a la cancha», le explica Tiago a Clarín, en medio de una turba de gente que va y viene en las afueras de un importante centro comercial cordobés.

Este fanático de Belgrano que está cursando segundo año en el colegio Villada («es muy buen alumno», describió Alberto, su papá), imprimió mil números y vende 2 por 10 pesos. El premio mayor -que se sorteará el 15 de agosto por Quiniela nacional- es un teléfono celular último modelo; luego le siguen un cabrito, una pelota de fútbol; y por último «una bolsa de caramelos gigantes», enfatiza.

«Si vendo todo voy a recaudar 5 mil pesos. Descontándole los premios, me quedarán unos 2500. Con eso puedo pagar la temporada entera a la platea Dorada y algún partido de la Sudamericana», se ilusiona, con la mirada puesta en una calculadora imaginaria. «Como soy chico no puedo ir solo a la popular por eso tengo que ir a la Dorada; adonde va Sergio, un amigo de mi papá que es mi compañero de cancha», señala Tiago.

Para Alberto, su papá de 50 años, fue difícil tener que explicarle que no podía ayudarlo en esta oportunidad. «Tengo un negocio de dispenser de agua y trabajo en la construcción. Como la cosa está muy dura, le sugerí que podía hacer unas rifas y le estoy dando una mano», cuenta, y la voz se le atraganta con una lágrima.

Ahí nomás, habla de la sinceridad que mantiene a diario con sus hijos. «Ellos saben que cuando tenemos, la disfrutamos. Pero cuando no tenemos, hay que salir a buscarla». Y agrega -con tono orgulloso- que «la voluntad que Tiago le está poniendo a su pasión no tiene precio».

Desde hace 15 días, el pequeño de 13 años ya forma parte de la postal de este enorme centro comercial ubicado sobre la calle Rodríguez del Busto. Abrigado hasta las orejas, Tiago está ahí, firme, de pretemporada, gambeteándole al viento helado y esperando un centro de la gente para que su esfuerzo se transforme en gol. Como ese que soñó hacer con la 9 en la espalda; vestido íntegramente de celeste y en el césped del Gigante de Alberdi.

Fuente: Clarín

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