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La poco sana costumbre de demonizar a los nuestros

La orden dictada desde arriba fue acatada de manera sumisa por quienes se dicen progresistas. Sin argumentos válidos, el dictamen de «¡Bastardeen al Papa!» se cumplió a rajatabla, demostrando una vez más la facilidad de los argentinos para encontrar a sus enemigos a pocos metros de casa.

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