En la casa de Sofía Herrera, el tiempo parece haberse detenido mucho tiempo atrás. Todo está igual, no hay grandes alteraciones desde aquellos días de fines de octubre de 2008 cuando el hogar se vio conmovido por la tragedia y el desfilar incesante de amigos, periodistas, policías, autoridades y curiosos.
Las cosas, los muebles y las caras, la habitación pequeña de la planta alta, nada ha cambiado. Pero el calendario no miente: pasaron más de tres mil días desde que Fabián Herrera y su esposa María Elena Delgado iniciaron una búsqueda desesperada que amaga con dejarlos en la lona, aunque ellos insisten con levantarse una y un millón de veces.
Sólo ella, sus saltos de bailarina, sus ocho años que parecen menos, sus enormes ojos negros con un dejo de tristeza y su habilidad para el dibujo, llenan de luz ese hogar y nos dan un testimonio de que nueve años han pasado, pese a que para Fabián y María Elena el alma duele como el primer día. Giuliana aún estaba por nacer cuando Sofía desapareció, creció en ese hogar lleno de amor y dolor y de a poco empezó a preguntarse cuándo va a poder conocer a su hermana mayor, a la que tanto ama y espera.
El drama
Son nueve años sin Sofía Herrera. Casi una década desde ese fatídico 28 de septiembre, en el que la pequeña de apenas cuatro años desaparecía sin dejar rastros en el camping John Goodall, a unos 60 kilómetros al sur de la ciudad de Río Grande, Tierra del Fuego.
Todos imaginaron sólo un susto en un domingo de viento y sol. Pero del susto se pasó a la preocupación, luego a la desesperación, al misterio, al sinfín de preguntas y a una causa judicial que lleva más de cinco mil fojas.
En el medio, pasaron cuatro jueces, tres fiscales y otros tantos abogados. Hubo sospechosos, imputados y hasta detenidos. Circularon noticias falsas y acusaciones varias. Intervino cada fuerza de seguridad que uno pueda imaginar, desde la Policía provincial hasta el mismísimo FBI o la INTERPOL. Sin embargo, nada se sabe hoy sobre el paradero de Sofía Herrera, la criatura buscada que más recuerdan los argentinos.
El tesón
Dicen que abandonar una búsqueda implica también renunciar a quien se pretende encontrar, pero que si uno insiste, corre el riesgo de renunciar a su propia vida en esa empresa. María Elena Delgado coincide -en la cocina de la casa que tantas veces escuchó reír a su hija Sofía- con que ese aserto la toca bien de cerca.
Es que ella y Fabián han dejado todo en el camino: recorrieron 21 provincias y tres países de América del Sur; llevaron su búsqueda a los medios de comunicación masivos e incluso el rostro de la niña llegó a una bandera exhibida en el marco de un Superclásico disputado en el estadio Monumental por los equipos de River y Boca.
Se barajaron todas las hipótesis, desde el secuestro (hoy, la línea investigativa más fuerte) hasta el posible ataque de animales salvajes. También se especuló respecto a un accidente de tránsito, en el cual Sofía podría haber sido atropellada al salir a la ruta o un potencial ahogamiento en el Atlántico, situado a metros del camping John Goodall. Incluso la causa derivó al fuero federal luego de una serie de llamados extorsivos que recibió la familia. Ningún cabo quedó suelto.
La esperanza
A pesar de esta búsqueda trunca, que cumple 9 años, esta familia no baja los brazos. Este jueves se reunirán, como en cada aniversario, en la intersección de las avenidas San Martín y Belgrano para rogar por un dato que les devuelva a su niña.
Para entender por qué o cómo han hecho para resistir todo este tiempo, no hay que buscar elementos ajenos. La propia María Elena lo admite, mientras Giuliana juega a hacer piruetas en el sillón. “Ella es el sostén de esta familia”, reconoce sin miramientos. No le cuesta aceptar que es gracias a ella que este matrimonio ha atravesado incólume aún este camino dramático, lleno de escollos y obstáculos.
Juntos debieron aceptar que parte de la sociedad los sindique como los presuntos autores de la desaparición de Sofía, juntos también decidieron derribar las acusaciones que indicaban que la niña se encontraba enterrada en su propio domicilio y también juntos optaron por excavar el patio, violando la intimidad de los suyos.
Es que el tiempo parece haberse detenido, pero sigue su curso. Se deben esta búsqueda insaciable a ellos mismos, pero también se la adeudan a Giuliana, esta niña de 8 años que no conoció a su hermana pero pregunta y es cada vez más reflexiva respecto a lo que ocurrió. Se lo deben por las lágrimas que caen cuando pregunta por ella y cuando ruega ponerle una voz a las decenas de fotos de Sofía que están esparcidas por la casa.
Están obligados porque el tiempo pasó y hoy son tres los que buscan a Sofía Herrera: su hermana menor, sorprendentemente parecida, se sumó a esta vigilia que cumple 9 años.
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