(Río Grande, setiembre 3 de 2012) – Este martes comienza en los tribunales de Río Grande el primer juicio por torturas en la historia de Tierra del Fuego, en base a la causa instruida por el Juez Héctor Ochoa..
Está acusados cuatro policías afectados al Servicio Penitenciario, quienes –según la acusación- el 22 de diciembre de 2008 habrían aplicado una feroz golpiza a un interno durante una requisa de rutina, llegando a aplicarle gas pimienta en diversas zonas del cuerpo.
Los acusados son los agentes penitenciarios José Alberto Franco, Rubén Adrián Fernández, César Alberto González y Juan Pablo Lazzarini. Sin embargo, este último no será juzgado por estar incapacitado, a raíz de las secuelas sufridas en un accidente de tránsito en 2010.
La presunta víctima, José Santos Carmelo Castro Molla, falleció en febrero de 2009, un mes y medio después de los hechos denunciados, por lo cual la acusación será llevada adelante por sus familiares.
El tribunal de Juicio, presidido por Daniel Borrone, estará integrado además por Juan José Varela y Eugenio Sarrabayrousse. El fiscal acusador es el doctor Guillermo Quadrini.
Una historia trágica
Carmelo Castro Molla fue condenado en Ushuaia el 30 de agosto de 2006 a cuatro años de prisión por robo agravado y homicidio culposo. A raíz de su inconducta fue derivado unos meses después a la Unidad Nro 1 de Río Grande, siguiendo órdenes de la jueza Cristina Barrionuevo.
En el nuevo lugar de reclusión continuaron las permanentes escenas de reclamo de Castro Molla pidiendo que lo devolvieran a la capital provincial. Su relación con los carceleros y con los demás presos fue entonces de permanente conflicto y violencia física. En ese marco, en 2007 se trepó a una columna donde permaneció largas horas amenazando con tirarse al vacío.
El 22 de diciembre de 2008, durante una requisa habitual habría sufrido el castigo por el cual se inició la causa por vejaciones y apremios ilegales que luego sería recaratulada como “torturas” por el juez de Instrucción Héctor Ochoa.
Un mes después, se trepó al techo del penal, donde se mantuvo sostenido por unas maderas durante más de diez horas mientras los carceleros se mostraron impotentes para contenerlo y sacarlo de la situación. Finalmente, en circunstancias nunca esclarecidas, cayó al vacío y sufrió lesiones que a la postre le causarían la muerte diez días más tarde en el Hospital Regional Río Grande.