Cientos de miles de estudiantes volvieron a salir a las calles en Santiago y otras regiones del país, tal como lo han hecho unas 40 veces a lo largo de más de cinco meses de protestas que buscan acabar con el sistema educativo heredado de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).
«La lucha que hemos estado dando no es fácil. El gobierno nos ha cerrado la puerta, no quiere escuchar, no es capaz de ver la situación que vive Chile: un momento histórico para hacer cambios estructurales a la educación», dijo la líder estudiantil, Camila Vallejo, en su intervención en el acto público con el que se cerraron las marchas.
«Quizás ésta no sea solamente una lucha de este año sino que sea una lucha que se tenga que desarrollar en años venideros y para eso tenemos que estar dispuestos y trabajar en unidad y en articulación social», agregó Vallejo, que arribó este mismo miércoles a Santiago desde Francia, donde junto a otros dirigentes expuso las demandas del movimiento estudiantil.
Como en la mayoría de las marchas que se han sucedido casi semanalmente desde mayo, la convocatoria de este miércoles volvió a ser muy masiva y se desarrolló en su mayor parte de forma pacífica y festiva, aunque nuevamente terminó con violentos enfrentamientos entre encapuchados y la policía.
«Son siempre los mismos gritos y los mismos cánticos pero no nos vamos a cansar hasta que consigamos lo que queremos», comentó a la AFP Francisco Muñoz, un estudiante secundario que participaba de la protesta.
Frente a una sede de la Universidad de Chile, donde confluyeron las marchas, grupos de manifestantes se enfrentaron violentamente con la policía una vez que finalizó el acto central, lanzando piedras, palos y botellas de pintura a los agentes de fuerzas especiales, que repelieron los ataques con abundante gas lacrimógeno y chorros de agua, constató la AFP.
En medio de la revuelta, el camarógrafo de la Televisión Española Pablo Salas quedó herido en su brazo izquierdo tras ser impactado por una piedra.
Los enfrentamientos se extendieron durante al menos dos horas, dejando traslucir un alto grado de violencia tanto de los manifestantes como de la policía, en una dinámica que se repite y que el gobierno del presidente Sebastián Piñera intenta combatir a través del anuncio de severas leyes.
Hace dos semanas el gobierno anunció el envío al Congreso de una ley que endurece las sanciones para los desórdenes públicos y la ocupación de recintos educativos y el martes dijo que invocará una severa ley de seguridad del Estado que data de la dictadura de Pinochet en el caso de la quema de un autobús la mañana del martes, en el inicio de la doble jornada de protesta.
«Aquí estamos actuando no frente a niños ni jóvenes idealistas sino frente a violentistas que hacen sus acciones precisamente para tratar de que Carabineros no pueda prevenir lo que van a desarrollar», afirmó este miércoles el vocero del Ejecutivo Andrés Chadwick.
Hasta la mañana de este miércoles, se habían reportado 263 detenidos -en su mayoría ya liberados- en los disturbios que se iniciaron temprano el martes, con la instalación de barricadas incendiarias que se multiplicaron también al inicio de esta jornada.
Producto de las reformas impuestas por Pinochet, que redujeron a menos de la mitad el aporte público a la educación y fomentaron la inclusión de institutos privados, Chile tiene hoy uno de los sistemas educativos más segregados del planeta, en el que sólo un 40% de los escolares asiste a colegios públicos gratuitos, sin que exista esa posibilidad a nivel superior.
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