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El apasionante seguimiento del cometa “Chury”

Auscultado por la sonda Rosetta, científicos europeos seguían de cerca la trayectoria del cometa, ya que su posible ruptura los ayudaría a descubrir materia hasta ahora desconocida.

Para los científicos que dirigen la misión, lo más excitante sería que «Chury» se parta en pedazos, permitiendo la observación de la materia contenida en su interior.

El cometa 67P/Churiumov-Guerasimenko, (informalmente «Chury») seguido por la sonda europea Rosetta y el robot Philae posado sobre su accidentada superficie, alcanzará esté jueves el perihelio, el punto más cercano al Sol de su viaje interplanetario.

La etapa es importante para los científicos que siguen el periplo desde la Tierra, y que esperan les ayude a descubrir información importante sobre los orígenes de la vida.

«Chury» tiene un diámetro de 4 km y en su superficie se halla también el robot Philae. Al aproximarse al Sol, los hielos subterráneos de un cometa se transforman en vapor que proyecta gases y polvo, la famosa «cola» de estos cuerpos celestes.

El cometa 67P/Churiumov-Guerasimenko estará en el punto más cercano a nuestra estrella, a una distancia de 186 millones de kilómetros del Sol, antes de volver a alejarse siguiendo la elipse de su órbita de 6,5 años. «Es el momento en que hay más acción», dijo Mark McCaughrean, consejero científico de la Agencia Espacial Europea.

Por su forma irregular, el cometa de 4 km de diámetro es a menudo comparado a un pato de bañera y para los científicos lo más excitante sería que el cuerpo celeste se destruya por completo.

«Eso sería realmente el Santo Grial para ver lo que hay en el interior del cometa», dice con entusiasmo McCaughrean, aunque la mayoría de los científicos creen que el cometa no es lo suficientemente frágil e inestable como para romperse esta vez.

«Lo que buscamos es materia virgen que podría aflorar» por debajo de la capa de polvo acumulada durante el último perihelio, explica Mark McCaughrean.

Dado que el robot Philae posado en su superficie hace un mes que no da señales de vida, Rosetta deberá arreglárselas sola para captar esas partículas. La sonda se encuentra actualmente a unos 300 km del cometa y no puede acercarse más sin exponerse a la tormenta de gases que desprende.

Los instrumentos de Rosetta pueden incluso captar partículas a la distancia actual, pero en concentraciones mucho menores y «tal vez no sea capaz de captar las menos conocidas», precisa McCaughrean. Los científicos estudiarán además las imágenes captadas por Rosetta y recibidas en la Tierra a través de ondas de radio, que les permitirán comparar el aspecto del cometa antes y después del perihelio.

Junto con las muestras de gas y otras mediciones efectuadas por la sonda, las imágenes aportarán información sobre la composición del planeta y su evolución.

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Una de las teorías manejadas por los astrónomos, conocida como la hipótesis de panspermia, es que los cometas, al interactuar con la Tierra, ayudaron a sembrar la vida en ella, al traerle agua y moléculas orgánicas.

Desde su aterrizaje sobre el cometa el 12 de noviembre de 2014, Philae se comunicó con Rosetta en ocho oportunidades. La última fue el 9 de julio, antes de quedarse mudo.

«Puede que Philae esté activo, pero como no tenemos contacto nada sabemos acerca de su estado», explicó Patrick Martin, responsable de la misión Rosetta.

Cuando el cometa vuelva a alejarse del Sol y sus tempestades de gas se calmen, los científicos esperan poder volver a acercar a Rosetta e intentar restablecer contacto con el dormilón robot Philae.

(AFP)

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